XVIII

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Los días les había pasado como si fueran segundos, intentaron disfrutar todo el tiempo que habían tenido antes de continuar con su viaje. Shun se encontraba calzándose su armadura, mientras Chari la miraba desde el futón; ninguna de las dos estaba contenta de seguir camino. Cuando la guardia estuvo lista, dirigió la mirada hacia su protegida.

—Es hora. —dijo acercándose a la princesa, ella se levantó y la miró en silencio.

Shun llevó la mano a la mejilla de su protegida acariciándola con el pulgar. Chari se puso de puntas de pies, acercándose así al rostro de su guardia, para luego besarla, siendo correspondida al instante. Shun llevó la mano que tenía en su mejilla hacia su nuca, acariciando suavemente su cabello. Pronto se separaron y se miraron con resignación.

—Será mejor que salgamos —la princesa asintió, separándose por completo.

Salieron de la posada en silencio, la guardia tomó de la mano rápidamente a Chari echando a caminar, la princesa la siguió sin muchas ganas. Shun desvió la mirada hacia ella, percatándose del poco ánimo de su protegida. Apretó levemente su mano, para luego detenerse, la más baja levantó la mirada hacia ella recibiendo un pequeño beso repentino, sonrió sin poder evitarlo.

—¿Vamos? —Chari asintió, reanudando la caminata.

Siguiendo las indicaciones de las personas del pueblo, lograron salir de este, comenzando a caminar los últimos kilómetros que les quedaban hasta llegar al bosque. La princesa soltó un suspiro pesado cuando comenzaron a alejarse del pueblo.

Esta vez no se desviaron de la ruta que debían seguir, dado que era la recta final para llegar a destino y cumplir su misión.

Luego de una hora, decidieron detenerse a descansar. Se sentaron al borde del camino, manteniéndose en silencio al principio, pero no pasó mucho hasta que se relajaron. Shun miró a la princesa, acercándose un poco a ella. Rozó su mano queriendo tomarla, pero no se animaba, no tan cerca de su destino.

—Pasando el río esto acabará. —dijo Chari recordando las indicaciones de uno de los habitantes del pueblo, el cual les había dicho que solo tardarían cuatro horas en llegar a Suruga y que lo sabrían cuando vieran el puente en el río.

La guardia se quedó muda; realmente no sabía que podría animarla. Decidió, entonces, tomarla del mentón y besarla. No fue un beso demasiado largo, pero fue suficiente para que la princesa no siguiera pensando en lo que quedaba, o al menos no demasiado.

Unos pocos minutos después, retomaron camino. Estaban un poco animadas, ahora hablaban de banalidades mientras que caminaban, o se reían cuando, cada tanto, Chari hacía que su guardia perdiera la seriedad. Por momentos, eran capaces de olvidarse de todo lo que vendría en cuanto llegaran a Suruga.

Mientras continuaban, Shun no dejaba de pensar en que, pronto, ya no podría dormir abrazada a ella, ni besarla; seguramente no podría acercarse más de la cuenta a Chari. Pensó en todos los días que pasaron juntas desde que decidieron ser una pareja, en los besos y abrazos que ya no se darían, en tomar su mano, que ahora temía tomar, dado a la cercanía con su destino.

—¿Te encuentras bien? —inquirió la princesa. Shun se detuvo en seco, haciendo que ella también lo hiciera—. ¿Sucede algo?

La guardia miró hacia ambos lados del camino, se acercó a ella, la cargó en su hombro y salió del sendero, metiéndose entre los árboles. Cuando se apartó lo suficiente, bajó a Chari y la puso contra un árbol. La princesa la miró sin entender que sucedía, pero no le importó cuando su guardia la tomó de las mejillas y la besó, la más baja correspondió al instante. Shun la besó desesperadamente, disfrutando del sabor de los labios de su protegida; disfrutando de su último beso. La tomó de la nuca con una de sus manos, mientras que con la otra la tomaba de la cintura. No podía sentir el cuerpo de su protegida contra el suyo por culpa de su armadura, cosa que molestaba a la escolta, pero no se podía sacar la armadura en aquel momento y tampoco se separaría del beso solo por ello.

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