Capítulo 4

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Un día vio a la muchacha misteriosa caminando por la calle con mucha prisa, se sintió tan emocionado que se paralizó porque no sabía qué hacer.

Explica que es muy tímido y que por eso había pensado mucho en lo que iba a hacer, es más, tenía encuentros imaginarios para practicar, en estos la mayor dificultad era empezar la conversación.

Nunca había sido mujeriego y ese era el problema, en los encuentros imaginarios analizaba varias situaciones probables, en una de ellas se encontraban en un salón de pintura, él se acercaría y comenzaría una conversación sobre los cuadros.

Descartó esa posibilidad al recordar que nunca iba a otros salones, para muchos puede parecer exagerado, pero no espera que lo entiendan porque no se han esforzado por hacerlo. Odia los grupos, esos conjuntos de personas que solo se reúnen para presumir y creerse superiores a los demás.

No es solo eso, ya que algo parecido le sucede con los pintores que imitan la técnica de otros y con las jergas como el psicoanálisis. Tenía un verdadero amigo, el doctor Prato, un día lo invitó a una reunión a un cóctel de la Sociedad Psicoanalítica en donde se sintió tan incómodo que decidió salir a la calle para estar con personas "normales".

De todos los grupos odia al de los pintores, allí se encuentran los críticos, una plaga que ni bien nunca pudo entender y que no tienen base para juzgar pinturas sin saber cómo agarrar un pincel.

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