Capítulo 38

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Juan Castel se encontraba de pie entre los árboles y empapado con la lluvia sintiendo que el tiempo no podía ser suavizado, hasta que vio, a través de sus ojos llenos de lágrimas, que la luz del dormitorio de María se encendía.

Con decisión trepó a la terraza y llegó a la puerta de la habitación con un cuchillo empuñado, se acercó a su cama y María le preguntó qué estaba haciendo, él le respondió: "Tengo que matarte María", en ese instante clavó el cuchillo en su pecho pero al ver la cara de ella llena de humildad y dolor, siguió clavándolo con agitación en su vientre y pecho.

Salió a la terraza y descendió con gran fuerza como si lo que hizo ya formara parte de él, corrió a Buenos Aires e inmediatamente se dirigió a la casa de Allende donde le confesó bruscamente al esposo de María que ella era amante de Hunter, de él y quizás de muchos más.

El señor Allende le gritó con lágrimas en los ojos: ¡insensato!, pero él empujó al mayordomo, huyó y se entregó a la policía. A través de su ventana pudo ver el nacimiento de un nuevo día, sin embargo sentía que crecía una caverna oscura en su interior.

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