Capítulo 37

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Después de ese intenso tiempo entre túneles, Hunter y María bajaron por la escalinata agarrados de un brazo, cuando Castel vio esta escena sintió que el corazón se le endurecía como un pedazo de hielo. Ellos bajaron lentamente sin ningún apuro y caminaron por el jardín.

Castel pensó: ¿cómo dentro de una mujer tan frágil puede esconderse una bestia?, ella mientras caminaba por el jardín, admiraba las flores, se sentaba junto a Hunter y hablaba con él, sabía que en esos momentos Castel estaría esperándola y al ver que nunca vendría se sentiría en un desierto negro.

Creyó que se estaban burlando de él en esa conversación, sin embargo luego de caminar por un rato en el parque comenzaron a caer las primeras gotas de lluvia y decidieron refugiarse en la casa. El corazón de Castel comenzó a latir con violencia pues por fin descubriría ese oscuro secreto, la luz de la habitación de Hunter se encendió y Juan Castel esperó a que la luz de la siguiente pieza, la de María, se encendiera.

Nunca lo hizo y el cuerpo de Juan Castel se derrumbó completamente como ya estuviese viejo.

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