Capítulo 31

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Después de una hora decidió irse pensando que la carta estaba muy bien escrita y que era bueno que llegara a María. Cuando Castel escribía la carta lo hizo sin reflexionar en que algunas frases parecían inmerecidas, pero recordó una pesadilla que tuvo en sus borracheras.

Soñó que se encontraba sentado en una silla en un cuarto oscuro, dos personas lo veían con expresiones con diabólica ironía, una era María y la otra Hunter. Al recordar este sueño le invadió una abrumadora tristeza y caminando pesadamente se halló sentado en la Recolecta.

Los instantes del amor entre Juan Castel y María comenzaron a apoderarse sutilmente de su alma, poco a poco la tristeza fue removida por la ansiedad, el odio contra ella en odio contra sí mismo y su adormecimiento en ganas de correr a casa.

La llamó y la verdad es que la conversación fue realmente un monólogo en donde él terminó gritándole que si no regresaba a Buenos Aires él se suicidaría, colgó bruscamente y con la decisión en matarse si ella no venía, algo así como una venganza. 

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