Capítulo 20

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En la planta de arriba Taehyung se sentó en la cama y, sin pensárselo dos veces, se puso las lentillas azules, después se vistió, se colocó las gafas y se arregló la peluca. Cuando hubo comprobado que su aspecto era decente, y especialmente irreconocible, cogió su bolso, guardó el estuche de las lentillas y bajó de nuevo al salón. Al entrar, se encontró con una mujer de unos treinta años con los mismos ojos que Jungkook. 

—Hola, soy Irene y siento mucho haber irrumpido de esta manera —dijo la mujer en un tono amigable mientras caminaba hacia él. 

—Encantado. Soy Taehyung y no te preocupes, no pasa nada.

Irene, sorprendida por la simpatía y belleza natural de aquel joven, lo observó con curiosidad. 

—¿De dónde eres? —le preguntó. 

Jungkook, al escuchar a su hermana, maldijo por lo bajo. ¿Por qué tenía que ser tan chismoso?Y al ver que Taehyung dudaba contestó por él. 

—Se podría decir que es de Daegu aunque no vive allí.

Tocándose la barbilla y cerrando un ojo para inspeccionarlo, Irene dijo queriendo saciar su curiosidad: 

—¿Daegu con ese acento? 

Al ver que ninguno respondía finalmente dijo: 

—Por cierto tienes un pelo precioso. Se nota a leguas que es tu color natural. ¡Québonito! 

—Vaya, gracias —sonrió este tocándose la peluca. 

Jungkook para intentar cortar aquella conversación, llamó la atención de su hermana. 

—Irene ¿querías algo? Te lo digo porque estaba a punto de llevar a Taehyung al parador. 

—¿Estas alojado en el parador? 

—Si. 

—¿A que es un lugar precioso? 

—¡Divino! 

Cada vez más enfadado con su hermana por su confianza, fue a hablar cuando esta dijo mirándole: 

—A ver, hermano deja de matarme con la mirada y escucha. He pasado por tu casa por dos cosas. La primera, para recordarte por trigésima vez que tienes que confirmarme si estás libre para el cumpleaños de Tzuyu, para así poder contar contigo en los festejos importantes. 

—Que sí, pesada —suspiró él—. Ya lo miré y estoy libre ¿qué más? 

—¡Genial! Y la segunda es porque hoy es el cumpleaños del abuelo y quería saber si mañana viernes también estás libre y podía contar contigo para que vinieras a la cena familiar. He hablado con Hoseok y asistirá. 

—Iré. Estoy libre hasta el lunes. 

—¡Estupendo! —asintió Irene y volviéndose hacia el rubio preguntó—: Taehyung ¿te apetece venir a la cena? Estoy segura de que a mi padre y al abuelo les encantará conocer a un amigo de mi hermano. 

Jungkook quiso estrangularla. ¿Qué narices hacía su hermana? Taehyung al ver el gesto de aquel sonrió y todo lo amable que pudo respondió. 

—Gracias por la invitación pero no puedo asistir. 

—¿Por qué? —preguntó ganándose una reprochadora mirada de su hermano. 

—Creo... creo que no estaré aquí —respondió con cierto pesar.

—¿Te vas? Oh, que pena, apenas nos hemos conocido y... 

—Por el amor de Dios, Irene —protestó Jungkook—. ¿Quieres dejar de ser tan indiscreta? 

Irene miró a su hermano con gesto de enfado y cogiendo su bolso dijo antes de salir por la puerta todo lo digna que pudo:

—Me voy. No quiero arrancarle el pellejo a cierto individúo —luego volviéndose hacia Taehyung se acercó a él y tras darle dos besos le susurró al oído: 

—Encantada de conocerte y si puedes ven al cumpleaños del abuelo. Le encantaráconocer a un amigo de este tarado.

Dicho esto tras tocar la cabeza de Gureum que parecía escuchar sentado entre ellos, Irene se marchó dejándoles parados a los dos en medio del salón. 

—Perdona a mi hermana, es tremenda. 

Taehyung estaba muerto de risa. Y mientras Gureum se acercaba a él y este le tocaba la cabeza a modo de despedida, dijo: 

—Pues a mí me ha parecido muy simpática. 

Suspirando, Jungkook cogió las llaves de su coche y mientras salían de la casa indicó: 

—Lo es. Aunque también es demasiado confianzuda. 

El trayecto en el coche hasta el parador fue corto. Demasiado corto. Una vez paró en la puerta de la entrada Jungkook lo miró. Quería seguir hablando con él pero estaba claro que aquello debía acabar. Había sido extraño y hasta divertido aquel raro encuentro mientras duró, pero había que ser objetivo y pensar que Taehyung era quien era y él solo un agente coreano. 

El joven actor, sin moverse de su asiento, sonrió. Debía abrir la puerta del coche e irse pero algo se lo impedía. Le miró a los ojos. Deseó besar aquellos carnosos y seductores labios, y se estremeció. 

—Ya hemos llegado —masculló él. 

—Sí, aquí estamos —asintió tocándose las gafas. 

Al ver el brillo en los ojos de Tae, Jungkook sintió una punzada de deseo. Aquel hombre, su boca, sus ojos, su piel tostada delicadamente, era una auténtica y morbosa tentación. Pero debía olvidar lo que él y su entrepierna deseaban o la situación se tornaría embarazosa. 

El silencio entre los dos se hizo denso e insoportable. Finalmente, para acabar con aquel tenso momento, Jungkook murmuro tras aclararse la voz: 

—Ha sido un placer volver a verte y siento lo de mi hermana. —Taehyung sonrió y él prosiguió—: No sé cómo se le ha ocurrido invitarte al cumpleaños del abuelo. 

Al escuchar aquello el joven, sorprendiéndose a si mismo, murmuró 

—A mí no me hubiera importado asistir. 

—¡¿Cómo?! —preguntó sorprendido. 

Consciente de lo que había dicho, maldijo en silencio. Pero al final encogiéndose dehombros susurró con una tímida sonrisa. 

—No tengo prisa por regresar a Los Ángeles. Allí los cumpleaños en cierto modo me entristece. Demasiadas ausencias. Además, la promoción de mi última película no continúa hasta dentro de un mes. —Y quitándose las gafas dijo clavando sus ojos en él—. ¿Sabes? en el fondo reconozco que me hubiera gustado conocer a la familia que tuve hace años durante unos días. 

Boquiabierto por aquella revelación, murmuró sin pensar: 

—Mañana te recojo a las ocho y media aquí mismo ¿de acuerdo? 

Sorprendido por aquella invitación, asintió feliz como un tonto. Abrió la puerta del coche y dijo en tono jovial: 

—Okay. Aquí te esperaré —rápidamente sacó un bolígrafo de su bolso y en una tarjeta personal le apuntó su teléfono móvil y se lo entregó—. Toma, por si surgiera un imprevisto y tuvieras que avisarme. 

Desconcertado, Jungkook lo cogió y lo guardó en el bolsillo de su saco. Después el rubio salió del coche y se alejó. Cuando desapareció tras las puertas del parador Jungkook dio un golpe a su volante y maldijo ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué la había animado a cenar con él y su familia? 

Pero, segundos después sin entender por qué, sonrió.

Mi novio es una estrella ❀ KookVWhere stories live. Discover now