Capítulo 30

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Capítulo editado y mejorado

Cuando los diferentes invitados iban desocupando el jardín para volver a sus casas, decidimos que lo mejor sería recoger un poco. De esa manera mañana no tendríamos tanto que limpiar. Eric y Abby se dedicaron a recoger la mayor parte de vasos de plástico que encontraban esparcidos por el suelo del jardín. Aaron ayudó a Cody a recoger toda la comida que seguía expuesta sobre la superficie de una mesa, junto a la barbacoa. Alice y yo decidimos encargarnos de limpiar un poco la zona donde estaban distribuidos los sillones. Después de que lo dejásemos todo un poco decente. Nosotras subimos a la parte de arriba para darnos un baño. Recogimos nuestras mochilas del pequeño armario donde la habíamos depositadas al llegar. Y seguimos a Abby.

-Me he divertido muchísimo – dijo Abby mientras subíamos por la escalera de caracol -.

-Estoy deseando repetir el día – confesó Alice -.

Estaba de acuerdo con ellas, el día había sido una pasada.

-Uno de mis momentos favoritos fue cuando Eric se zambulló en la piscina después de perder a las cartas – sonreí al recordarlo -.

-No pensé que lo fuese a hacer – asintió Abby -.

Era la primera vez que subía a la parte de arriba de esa casa. Un pasillo enorme de paredes blancas, te recibía una vez terminabas de subir las escaleras. A cada lado podías encontrar puertas para acceder a las distintas habitaciones. Pequeños cuadros con fotos en blanco y negro, reflejaban en imágenes cronológicas distintas vacaciones familiares. En una de ellas podría jurar que salía Abby de pequeña comiéndose un helado, sentada en la orilla de la playa.

-¿Eres tú? – le pregunté señalando la foto -.

Abby se giró y miro la foto.

-Así es – sonrió divertida recordando el momento – Lo que nadie me aviso es que momentos después una ola me mojaría por completo y mi helado caería al suelo.

-Seguramente eso fue horrible – bromeó Alice -.

-No volví a comer helado en esas vacaciones – asintió ella sonriendo -.

Seguimos andando por el pasillo, y nos paramos frente a una puerta. Que tenía una enorme letra A turquesa y con pequeñas perlas colgada sobre ella.

-Esta es mi habitación – explicó – Podéis elegir la que queráis, todas tienen baño privado incorporado y por supuesto todos lo necesario para el aseo personal.

-¿Estas segura de que seguimos en tu casa y no en un hotel? - bromeé, ella sonrió -.

-Abby, quería pedirte que me dejases un pijama – Alice se llevó una mano a la frente – sinceramente cuando hice la maleta no caí en que iba a necesitar ninguno.

¿Pijama? Mierda. Comencé a hacer memoria rápidamente en las cosas que metí en el interior de mi mochila. Ropa interior, sí. Ropa limpia para mañana, también. Cargador para el móvil, por supuesto. ¿Pero y el pijama? No podía creer que ni algo tan básico había traído.

Si se supone que Aaron iba a dormir en la misma habitación que yo, no podía aparecer en ropa interior. Sería como si me estuviese ofreciendo en bandeja de plata. Y por si fuera poco hace un rato Alice y él se estaban burlando de mi por ese mismo tema. Me pellizqué el puente de la nariz y suspiré.

-¿Te pasa algo, Elena? – preguntó Abby mirándome - ¿te duele la cabeza? Creo que tengo un botiquín.

Alice se giró hacia mí con ojos interrogantes.

-Creo que yo necesito un pijama también – murmuré -.

-No te preocupes, tengo de sobra – Abby abrió la puerta de su habitación y nos hizo pasar -.

Mientras dureDonde viven las historias. Descúbrelo ahora