Capitulo 34

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Capítulo editado y mejorado

La primera persona que llegó a mi apartamento fue Alice. Cuando abrí la puerta comprobé que aún seguía llevando el uniforme del Gimnasio en el que trabajaba. Unos pantalones cortos de color borgoña a juego de una camiseta del mismo color. Le sentaba muy bien ese color. Aunque tenía una pinta horrible allí mismo. Se veía agotada.

-Llegas pronto – comprobé mirando la hora de mi muñeca mientras cerraba la puerta -.

-Uf, no puedo más – se tiró sobre el sofá, boca a arriba -.

-¿Un día duro? – pregunté -.

-Un año duro – masculló – No puedo creer la cantidad de deportista que están surgiendo últimamente, no sé de dónde salen.

-Mejor para ti ¿no? Eso quiere decir que tu gimnasio es popular – conteste sentándome en el brazo del sofá -.

-Ya lo sé, pero odio realmente los días que me toca ayudar a recoger los instrumentos deportivos – suspiró -.

Si Alice no se quejaba como mínimo una vez al día, no sería ella misma.

-Como has llegado la primera estaría bien que me ayudases a preparar unos aperitivos – me levanté dirigiéndome a la barra de la cocina -.

-Y ahora tú quieres tenerme como sirvienta, deberías apiadarte de mí – dijo con un mohín infantil -.

-Venga, levanta antes de que lleguen los demás.

Esta vez sí se incorporó del sofá. Pero volvió a acomodarse poniendo sus dos brazos detrás de su cabeza.

-¿Quién son los demás? – murmuró -.

-Eric va a venir – levanté la vista hacia ella – y Aaron también.

Alice entrecerró los ojos un momento. Mientras me miraba directamente a los ojos. Cerró los ojos un instante, como si buscara algún tipo de consejo divino. Tragué saliva.

-Se perfectamente lo que intentas – dijo tranquilamente -.

Reprimí una sonrisa.

-No tengo ni la más remota idea de que me está hablando – me encogí de hombros -.

Saqué un par de platos del mueble de mi derecha y volqué en su interior el contenido de unos paquetes de aperitivos que había comprado en el camino a casa desde el taller. Tiré la bolsa vacía en la papelera. Llevé el par de platos a la mesa del salón, cogiendo un par de patatas para probarlas. Estaban deliciosas.

-¿Sabes por que somos tan buenas amigas? – preguntó Alice cuando me senté a su lado -.

Arqueé una ceja, y la miré. Claramente intrigada esperando a que siguiese hablando.

-El principal motivo es que nunca te he forzado a salir con nadie – intentaba encontrar las palabras adecuadas – y por supuesto tampoco te he organizado encerronas con el chico que te gusta.

Pero tendrá morro. Me crucé de brazos.

-¿No has organizado encerronas? Estas segura – dije en tono severo – Que me dices de la noche en la cual no llamaste a Abby para que trajese mi bolso, solo para que yo me quedase a dormir en casa de Aaron.

-Vale, rectifico- nunca he organizado encerronas que no creía que eran obligatoriamente necesarias – dijo en tono burlón -

-Te encanta salirte con la tuya – sacudí la cabeza -.

-Además sabes que sí llamé a Abby – contestó inmediatamente – aunque por supuesto que lo hice cuando sabia que era demasiado tarde para que llevase tus cosas.

Mientras dureDonde viven las historias. Descúbrelo ahora