Capítulo 72

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Capítulo editado y mejorado

Aquel día hacía un día perfecto en Berkeley, todo parecía indicar que tendríamos una agradable temperatura a lo largo del día. Quizás por ese motivo había decidido ponerme una liviana blusa de color blanco, era una de tantas prendas que tenía almacenadas en mi pequeño armario. La blusa en sí era bastante sencilla, pero quizás por ello me gustaba aun más. Lo único destacable de ella era un pequeño volante en la parte baja del pecho.

Como decía, el día prometía bastante. El único problema que se me presentaba desde tan temprano, era mi misión diaria. La más difícil de todas. La más estresante. Solo de pensar en ello me recorría un escalofrió por el cuerpo.

Tenía que conseguir despertar a Aaron.

-Es hora de despertar – dije por tercera vez -.

-Solo cinco minutos más – murmuró Aaron sin abrir los ojos -.

-Nada de cinco minutos – toqué su hombro – no voy a dejar que llegues tarde hoy también.

Aaron balbuceó algo incoherente. Eso sí, seguía con los ojos cerrados.

-Entonces quince minutos más – dijo mientras se giraba hacía el otro lado de la cama, dándome la espalda -.

Suspiré. Puse los ojos en blanco. Cada mañana era una historia diferente para despertarlo. Pero esa vez no iba a dejar que se saliese con la suya.

-¡Hampson! - exclamé – que te hace pensar que te dejare dormir quince minutos más después de negarte dormir cinco minutos.

-Esta bien – susurró él volviéndose hacía mi – entonces serán cinco minutos.

No tenia remedio.

-Has llegado tarde durante toda la semana – comencé a decirle – digo yo que deberías ir a la hora correcta por lo menos hoy.

-No creo que deba romper mi rutina diaria– se frotó sus ojos con ambas manos – Llegar tarde siempre a sido mi esencia.

Se incorporó de la cama un poco, y casi grité victoria al comprobar que me iba a hacer caso. Pero por supuesto lo único que hizo fue acomodar las almohadas a su espalda. Curvó sus labios en una sonrisa.

-Si no te conociese casi podría decir que disfrutas con esto – puse los brazos en jarra -.

-Elena, cariño – me guiñó un ojo – sabes que odio hacerte enfadar.

-Claro, que no se note para nada el sarcasmo en tu voz -murmuré – pequeño demonio.

-Insultando desde tan temprano – Aaron sacudió su cabeza -.

-No creo que deba romper mi rutina diaria – le dije repitiendo sus misma palabras -.

Enarcó una ceja, mientras esbozaba una sonrisa burlona.

-Ven aquí – dio un par de palmadas a su lado sobre la cama -.

-Ni hablar – negué con la cabeza – no vas a hacerme llegar tarde a mi también.

Puso los ojos en blanco.

-Túmbate – insistió -.

-Creo que estoy bien aquí – contesté -.

-Aguafiestas – suspiró – esta bien, tu ganas.

-No creo que sea aguafiestas solo por decirte que... espera un momento – parpadeé sorprendida - ¿Qué acabas de decir?

-Aguafiestas – sonrió -.

-No, me refiero a después – me crucé de brazos - ¿Qué dijiste?

Mientras dureDonde viven las historias. Descúbrelo ahora