Capítulo 84

2.9K 145 36
                                    

Capítulo editado y mejorado

Esasensación en la que notas como todo tu cuerpo se convierteliteralmente en gelatina y no puedes ni siquiera mantenerte en pie,esa sensación en la que no recuerdas tan siquiera como respirar connormalidad, pues da la casualidad de que esa sensación es la queestaba sintiendo yo en aquel momento.

Aaron ya sabía toda la verdad.

Lomejor de todo era que por fin había podido saber el verdadero motivopor el cual Aaron había alargado tanto nuestra ruptura. Él era lapersona más segura de si misma que conocía, es capaz incluso deencargar una figura a tamaño real de si mismo a algún escultor.Nunca pensé que alguien pudiese hacerle sentir a Aaron inferior. Jamás creí que existiría una persona así, pero mira por donde meequivocaba. Todo ese tiempo él había pensado que acabaríaeligiendo a Alex antes que a él, después de todo. Creyó queverdaderamente sus temores se habían cumplido cuando Alex aparecióen Berkeley por primera vez.

Nose si debería sentirme furiosa o tendría que ponerme en su piel ysentir un poco de empatía.

Furiosaen el sentido de que no podía creer que después de todo lo quehabíamos vivido Aaron y yo e incluso todo lo que había podidodemostrarle, terminase creyendo que me lanzaría a los brazos de Alexsin pensármelo dos veces. Solo por tener ese tipo de pensamientos meentraban unas enormes ganas de matarlo. Pero claro, deberíaempatizar con él y ponerme en su lugar. Después de decidir omitirel hecho de que me había encontrado con Alex aquella mañana en launiversidad, le di pie a que sacara sus propias conclusioneserróneas derivadas de su peores pesadillas.

Endefinitiva, lo principal que nos hubiese faltado a ambos es hablar.Ya sea sobre algún tipo de miedo al pasado o simplemente miedo alpresente.

Perolo único en lo que podía pensar allí mismo era en que necesitabaver a Aaron.

Necesitabadecirle cuanto lo había echado de menos, necesitaba decirle como medolía pasar por nuestros lugares favoritos y que no fuesen con élde la mano, necesitaba discutir con él por las mañanas mientras senegaba a ir a clase conmigo. Necesitaba que bromease sobre midesastrosa función del colegio en la que interprete el papel deoruga, necesitaba que me recordase lo horrible que se me dabacocinar. Necesitaba todo eso y más. Lo necesitaba a él. Y lonecesitaba ya.

Noiba a conseguir nada allí sentada. Miré el reloj de mi muñeca.Solo habían pasado unos veinte minutos desde que Alex había cortadola llamada telefónica. Llevaba veinte minutos sentada sobre el bordede la cama con las piernas cruzadas y los brazos apoyados en lasrodillas, aquella podría ser una perfecta posición para comenzar apracticar yoga y relajarme un poco; pero lo cierto es que no podíani siquiera mantener mi mente alejada de mi disparatada vida.

Puedeque quizás, ya estuviese llegando a su apartamento, si había ido ensu coche podía volver a más velocidad que en trasporte publico.Bueno eso dependía también del trafico, y de los semáforos en rojoque pillara en el camino. Quizás se hubiese parado a tomar algo conalgún amigo o puede que aun este con Alex despidiendo lo, al fin yal cabo ahora que todo esta completamente arreglado entre ellospueden volver a ser los de siempre.

Comosi estuviésemos conectados por un hilo invisible, la pantalla de miteléfono móvil se iluminó mostrando el nombre de Aaron. Mi corazóncomenzó a latir a tanta velocidad que pensaba que era irreal.

-Hola– susurré con voz tímida una vez que descolgué el teléfono -.

-Quiero..- la voz de Aaron sonaba pesada, como si le costara hablar -.

Escuchecomo exhalaba aire antes de volver a contestarme.

-Quieroverte – murmuró -.

Dossimples palabras que consiguieron hacerme esbozar una amplia sonrisaen el rostro.

Mientras dureDonde viven las historias. Descúbrelo ahora