|14| Sin pena ni lástima

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Sakura

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Sakura
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Cinco días pasaron rápido, el tiempo no fue muy relativo, pero me abrumó por completo el drástico giro que daría mi entorno.

Sumándole a mis preocupaciones, Neji no volvió a la escuela, traté de no preocuparme por él y evitar el impulso de ir a su casa, aunque seguramente no estaría allí, algunas veces pide permisos especiales para ausentarse y acompañar a su familia de viaje a Osaka.

Kiba me ayudó a no pensar en ello cuando tenía oportunidad. Últimamente pasábamos más tiempo juntos, no me sentía sola ahora que Tenten parecía ignorarme. Pasaba a mi lado sin dirigirme la mirada y evitaba estar en el mismo lugar que yo.

Me entristecí sin saber sus razones para que me evitara como una plaga, ¿por qué no quería hablarme? Tras varios intentos de querer acercarme a ella, me cansé de ser rechazada una y otra vez y la dejé estar. Si quería recuperarme tendría que poner de su parte.

Me dolía, pero no podía hacer nada más cuando ella no está dispuesta a verme.

Y no hacía más que idear razones para su comportamiento que rayaban lo absurdo. ¿Y si la razón estaba ligada a que Neji no asistiera a la escuela? ¿Y si él la convenció de lo contrario, poniéndola en contra mía? No, Tenten me dijo que él no es lo que parece, percibí que le había tomado cierto rencor por el tono de sus palabras.

Pasaba medio día convenciéndome de que era así.

—Mira arriba, ¿es el libro que buscas?

Alcé la mirada frente al estante de libros, a mi lado, Kiba señalaba en lo alto un libro de pasta azul cuyo título decía: "manual de lenguaje de señas". Genial, después de una búsqueda exhaustiva en la biblioteca del pueblo, por fin pude encontrarlo.

—¡Ah! Sí, sí ¿podrías bajarlo por mí?

Lo recibí en manos, el polvo en la pasta era una prueba infalible de que estuvo guardado por mucho tiempo. Lo soplé con fuerza y frente a Kiba, que tosió sin parar quejándose de la picazón de su nariz.

Me reí al ver su expresión.

—¡Shh!

Nos encogimos de hombros al escuchar a la bibliotecaria, la señora Akane, una señora pasada de los cuarenta que trabajaba por las tardes. Nos veía desde la mesa de recepción, arrugando el ceño. Le dimos unas disculpas mudas y nos dirigimos a las últimas mesas de la biblioteca, no queríamos molestarla con nuestras voces.

Uno frente al otro, Kiba tomó un ejemplar de la sección de cómics y por otro lado, yo me enfoqué más en el que traía en mis manos. Tenía un libro que parecía ser un diccionario a dibujos de lenguaje de señas que me prestó una amiga de Karin, y este que estuve buscando por días, favorecería mis conocimientos en el tema.

El Sonido del Silencio [SasuSaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora