|3| Dos almas

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Sakura

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Observé fascinada el remolino de tierra que se formó a diez metros de dónde me encontraba, sentada sobre el pasto verde y bajo la sombra de un enorme árbol cuyas raíces sobresalientes servían de asiento para mis amigos. Una vez que se disperso el fenómeno, volví a prestar atención en lo que decía uno de mis amigos, me había quedado absorta por unos segundos.

—El segundo año es un asco —se quejó Kiba, el más revoltoso del grupo, su cabello castaño y sus grandes ojos negros lo hacían ver amigable a cualquiera—. Sólo estoy contando los días para estar en tercer año, ¡nunca más volveremos a ser pupilos!

Lancé una carajada haciendo un escándalo por la mueca en su rostro, era muy divertida. Advertí de sus miradas de pena, mi risa era muy rigurosa que podía escucharse en todo el pueblo.

Nos encontrábamos en hora libre, el maestro de Filosofía fue a la ciudad por unos inconvenientes, así que la clase entera andaba fuera del aula disfrutando del día cálido y fresco. Por lo menos hasta que comenzará la otra clase y tendría que recluirme soportando el calor que se encerraba, daba gracias al cielo que las ventanas eran enormes y se filtraba gran cantidad de aire.

—¿Sigues molesto por qué uno de tercero te reprendió por coquetearle a su novia? —inquirí maliciosa a sabiendas de la respuesta.

Mi amigo me miró con mala cara y se cruzó de brazos afirmando la pregunta que se respondía por sí sola.

—Ya supéralo, han pasado dos días donde no dejas de fastidiarnos con lo mismo —opinó Neji, recostado a mi lado, se dedicaba en admirar las ramas del árbol que nos brindaba una reconfortante sombra.

No me cansaba de verlo, especialmente sus ojos de un extraño color similar a la perlas, sus rasgos apuestos y cejas moderadas. Se dejaba crecer el castaño y el look le sentaba de maravilla dándole un aire más atractivo a mis ojos. Su sonrisa retorcida revelaba sus perfecta dentadura. Y su cuerpo ejercitado gracias al fútbol, era mucho más alto que yo y tenía que inclinarse para besarme.

Todo él era apuesto. Inteligente, atleta y audaz. Me había enamorado del mejor chico del mundo.

—Lo dices tú porque tienes novia —lo escuché quejarse—. Y crees que nunca te será infiel...

Me sentí ofendida por su comentario y le di un golpe a puño sobre su brazo. Se quejó falsamente sonriendo de lado alegando que se trataba de una broma.

—A eso, querido Kiba, se le dice confianza de la pareja —chistó mi mejor amiga, Tenten. Una chica de cabello castaño oscuro, muy parecido al de Kiba, su piel clara combinaba con sus ojos chocolates. Muy expresiva y cariñosa con nosotros, especialmente conmigo.

Siempre hemos estado juntas desde que tengo la suficiente memoria para recordar. Debido a que en el pueblo sólo existía una instalación para cada nivel educativo, estuvimos en el mismo preescolar y aula. Después de todo, no habían muchos niños de edades similares, así que las clases se reducían de diez a quince personas a lo mucho.

Neji nos presentó inocentemente a los cuatro años, y desde ese día fuimos inseparables. Nadie nos lograba sacar de la verdad y pasábamos todo el tiempo que podíamos juntas, una y mugre, una unión inseparable.

Tenten era mi única amiga, mi confidente, mi hermana de otra madre y mi compañera de locuras. Lo que a mi me faltaba, lo compensaba ella y viceversa. Entre las dos, yo me ganaba el título de la más cuerda, su carácter se acercaba mucho al de Kiba, revoltosa y honesta.

El Sonido del Silencio [SasuSaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora