3_Picor de ojos y una aula adorable

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Siempre es triste y nostálgico recordarla. Sería un fallo hacer que mi padre recuerde esos momentos, pues se pondría a llorar y es lo último que quiero. Mi madre era una profesora de primaria, así que estaba en casa por las tardes, pero cuando tenía reunión nos llevaba con ella, y jugábamos con los otros niños hijos de profesores. Ahora algunos de sus antiguos alumnos también la visitan al hospital. Ahora pasamos las tardes solos mi hermanita y yo, mi padre sigue volviendo tarde del trabajo, y con el mismo mono manchado de hollín. Eso me traía demasiados recuerdos. Cuando le detectaron la enfermedad a mamá mi padre, empezaba a llegar más tarde a casa de lo habitual.

Una noche nos escapamos de casa, y lo empezamos a seguir, iba a un bar todas las noches a beber. Así semana tras semana, hasta que llegó el punto que lo dejó después de 2 meses, todavía bebe cerveza a la hora de la cena pero no es tanto como antes. Incluso yo entré en depresión, y casi pruebo el fumar con mi temprana edad. Los niños que eran mayores que yo, me daban los cigarros prendidos para que lo probara, pero mi hermanita siempre estuvo allí para impedirlo. Ella ha sido y es siempre la más sensata en la familia.

La primera semana recuerdo que ni siquiera hablábamos. Estábamos la mayoría del día en silencio, y nos comunicábamos por señas. Lo único bueno que saqué de eso, es que ahora sabía comunicarme con una persona sorda. Dado que en nuestro instituto hay una sala aparte, para estudiantes que tienen discapacidades, iba mucho allí y hablaba con una niña pequeña sorda. Le hacía mucha ilusión cuando entraba por la puerta y me veía, agrandaba los ojos y empezaba a aplaudir mientras sonreía. Había también chicos con autismo, ciegos entre otros.

Estar allí me recordaba a mi madre, y poder ayudarlos era una satisfacción muy agradable. Iba normalmente a la hora antes del descanso y la última. Crear sonrisas en caras ajenas es mi pasión, hago voluntariado en el hospital de mi madre con la esperanza de verla más tiempo que solo el de las visitas. Aunque pueda pasar algunas horas con ella, no me importaba nada pasar toda mi vida en la silla, que está a la derecha de la cama de mi madre. Aunque no recuerde ni mi nombre, mi cara, incluso quién soy. Aunque la silla chirríe bajo mi peso, se tambalee y provoque dolores en mi espalda, el simple hecho de estar con ella me llenaba el pecho de felicidad. Estaría allí sentado todo el día y noche si pudiese, pero el tiempo es un enemigo que no puedes vencer.

La mayoría de tardes íbamos sólo Holly, papá y yo pero otras, cuando Angélica y Drew tenían tiempo venían con nosotros. Se quedaban haciendo compañía, y Angie traía un libro de cuentos fantásticos para leer a mí madre, que sin conocerla escuchaba siempre muy atenta. Ponía cara de estar muy metida en las historias, e ir imaginándose las en la mente mientras que las escuchaba. Habían unas 6 sillas así que nadie se quedaba de pie por obligación, pero mi padre muchas veces frustrado, anda por la habitación. Cuando ya casi era la hora de irse, yo me quedaba solo en la habitación, para contarle cómo había sido mi día. Sabía que me estaba escuchando, pero que también pensaba que porqué se lo estaría diciendo a ella.

A Holly es a la que le cuento todo lo que me pasa de principio a fin, sin saltarme nada como hacía antes con mamá. Angie y Drew me animan a mí y a Holly, aunque Drew muchas veces no tiene tacto y dice cosas como "Al menos está viva". Lo sé, algo un poco idiota de su parte pero así lo queremos todos. Ellos son los únicos que saben que cuando digo "je, je" en realidad estoy en modo depresión más o menos. Angélica como es muy optimista, algunas veces incluso dice que puede que recuerde y por eso le contaba los cuentos de hadas por las noches que podía ir, porque ella nos las contaba a Holly y a mí. Tengo amigos maravillosos, últimamente Holly ha estado mirando a Drew muchas veces de reojo. No entiendo el porqué, a lo mejor le pica el ojo, no se lo quiere rascar y por eso lo mueve.

Ya había llegado al instituto, era un día nuevo y ya había hecho mi rutina, cogido el autobús y ocupado mi sitio. Estaba yendo a clase, cuando pasa Kaila por al lado de mi y me empuja, haciendo que caiga al suelo porque no me lo esperaba. Tampoco lo hizo tan fuerte, sólo que me tropecé con mis propios pies, tomó el camino de la izquierda y se fue a su clase mientras sus amigotes se reían a carcajadas limpias. Cuando iba a recoger la mochila, que por cierto me habían abierto y se había caído todo, me fijé en una mano que guardaba todo en la mochila como si tuviese prisa. Levanté la mirada y vi a Mar. Su cabello rubio ondulado, se movía al compás que su cabeza, mientras recogía mis pertenencias tiradas en el suelo. Me quedé como si estuviese hipnotizado, cuando acabó se levantó, me ayudó a levantarme y me dijo.

- Cuidado por dónde andas - empezó a correr hacia su clase cuando en la distancia se diferenció su voz hablando de nuevo - mi nombre es Mar.

Y desapareció entre las sombras que provocaba el pasillo largo y estrecho. Me quedé parado sin moverme, sólo cuando Drew me tocó el hombro y me advirtió que la clase iba a empezar reaccioné.

- Vamos, llegarás tarde y no será bonito pues ahora tenemos a la profesora Matche - dijo Drew.

- Claro - respondí un tanto ensimismado todavía por lo que acababa de suceder.

Lengua, primera clase del día con la profesora Matche, una señora que vestía con atuendos algo estrafalarios, pero hacíamos un esfuerzo para no reírnos porque es muy estricta. Así pasaron las horas, hasta que llegó la hora que me tocaba en el aula soñadora, la de los niños discapacitados. Le pusieron así, porque les pareció un nombre bonito y que motivaba a ayudar. Antes de entrar, me encontré en el pasillo a Derek, un chico que está en silla de ruedas por ser tetrapléjico. Le saludé y él como pudo también me saludó con la cabeza, llamé a la puerta y entré. La mayoría me recibió muy emocionados, pues le encantaban que estuviese allí y no lo negaré, a mí también. Me acerqué a Roxy, una pequeña niña de unos 8 años que es sorda, hoy creo que tocaba que aprendiese las multiplicaciones y divisiones. Yo les ayudaba a aprender lo que deberían en clase, pero no pueden llevar el ritmo de esta por algún caso que les pase.

~¿Qué tal pequeña? - le dije mediante las manos.

~Mucho mejor ahora que estás tú - me contestó igual.

Esas simples palabras, o mejor dicho gestos, me provocaban a mí una sonrisa de satisfacción y me decían que hacía bien mi trabajo al venir. Seguí enseñando y ayudando a los demás, tan concentrado estaba que cuando sonó el timbre que anunciaba el descanso, ni lo oí.

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Nick Pers-

Holiwi, ¿qué tal?

Espero que mejor que genial, yo bien.
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Hasta la próxima fénix oscuros.

Un esclavo más (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora