9_Mentiras, lluvia y cuentos

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Me levanté más temprano de lo normal, no había dormido casi nada dándole vueltas a lo de anoche. Fui hacia el baño para verme en el espejo y estaba fatal. Restos de surcos de lágrimas quedaban en mi rostro y efímeras orejas se habían creado bajo mis ojos. Me lavé la cara con agua muy fría una y otra vez para ver si despertaba del terrible sueño que había tenido anoche. Cada vez lo intentaba con más fuerza pero no lo había soñado como tanto lo esperaba. Ya sabía la razón de porqué mi madre estaba en el hospital, no por el alzheimer, por el cáncer.

Cada vez que recordaba la conversación de Holly y mi padre era peor el dolor que si me acuchillaban una y otra vez. Lo que no podía creer tampoco era que Holly me había mentido, ella, mi hermana a la que ningún secreto le escondía, me había mentido. Ella no se desvelaba por las noches por los estudios, se mantenía despierta y no comía por mamá. Me dolía que no me hubiesen contado, no había razones para no hacerlo.

Otra vez la prepotencia de la ira y la rabia me estaba invadiendo y no sabía cómo pararla. Sólo me estaban tranquilizando los pensamientos tristes y de agonía que me venían a la mente. Tenía que calmarme pues Holly se despertaría en unos diez minutos y no quería que supiese que sé lo de mamá. El desayuno ese día fue muy silencioso, la tensión se podía cortar con un cuchillo pero no debía ser así, no debían darse cuenta que yo sé esas cosas.

- Y bueno, ¿qué tal durmieron? - pregunté alzando un poco la vista hacia ellos dos

- Muy bien hermano, - esbozó Holly una sonrisa - perfectamente

Al decir eso no sabía cómo tomarme el que me hubiese mentido otra vez y en mi cara.

- Yo no podría haber dormido mejor - sonrió también mi padre

Era increíble la facilidad con la que mentían. Ni siquiera parecía que las sonrisas las estuvieran fingiendo. Yo forcé una también y respondí:

- Yo he dormido como nunca antes.

No había mentido, nunca había dormido con lágrimas, en cambio ellos. Quiero olvidar eso pero es tan importante para mi que hayan hecho ese acto que no sabría explicarlo con palabras. Cogí mis materiales escolares y esperé a que Holly se alistara para entrar en el autobús. Estaba recostado en el marco de la puerta de mi casa sumido en mis pensamientos como siempre cuando Holly me sacudió diciendo que perderíamos el autobús. Entramos y ella como tenía más amigas aparte de nosotros se fue con ellas a hablar mientras yo me volvía casi invisible al ojo humano en la parte trasera.

Abrí mi libreta para dibujar y esta vez no dibujé un objeto o animal de la calle, sólo empecé a trazar líneas en la libreta con mi lápiz y a difuminar para hacer sombras. Al terminar me fijé en que había dibujado sin darme cuenta o sin quererlo la portada del libro de cuentos de hadas que contaba mi madre con tanto entusiasmo que recuerdo que Holly y yo nos las creíamos. La portada de aquel libro era de fondo marrón entre oscuro y claro, con dragones que parecían sobresalir, sirenas que cepillaban su larga cabellera, hadas que parecían que iban a salir de allí para volar por la habitación y en el centro, abajo del título que tenía una tipografía como antigua, había una cabaña de madera que tenía un prado por el cual unicornios y pegasos corrían y volaban alegres. Las páginas de ese libro recuerdo que eran de color dorado con toques marrones, por las noches parecía brillar y era cuando mama nos contaba los cuentos. El libro era bastante grande y pesado, cuando lo abras un aroma a magia recorría tu cuerpo y solo querías imaginar cómo sería estar en esas historias.

El autobús aparcó y al llegar a clases otra vez mi mochila estaba abierta.
Sinceramente no sabía ni quién ni cómo podía robarme la libreta sin que me diese yo mismo cuenta. Era frustrante saber que te podían robar tan fácilmente como habían hecho minutos atrás. A lo mejor también me la devolvían al terminar las clases como el día anterior. Tuvimos esta mañana con la profesora Puertos que anunció que se jubilaba ese año y el que viene no la veríamos aquí.

- Cuando me vaya, el último día os haré una sorpresa - terminó contando

Si es una sorpresa de una persona mayor no es por ofender pero, puede que sean calcetines de lana o algo tejido. Aunque quién sabe, quizás si haría algo muy guay. Seguro que nadie esperaba algo grandioso pues no había mucho entusiasmo.

Al volver del descanso encontré algo en mi mesa que no creía, mi libreta había sido devuelta. Como los otros días empecé a pasar páginas a ver si faltaba algún dibujo y efectivamente faltaba uno, era el de los símbolos de los dioses griegos formando un círculo. Tenía muchos detalles y matices de colores, me había costado bastante hacerlo y además tenían los respectivos nombres en griego y romano. ¿Para qué querría o le serviría eso a Kaila? O incluso a alguno de sus seguidores. Si ya pensaban que el instituto era una maldita cárcel y no querían aprender, haberse llevado mejor otro dibujo.

Al salir a la calle me percaté de que estaba lloviendo y yo no tenía paraguas. ¿Qué iba a hacer? No era una lluvia de chispear, no, estaba lloviendo a cántaros y tenía que andar un camino hasta la estación del autobús. No tenía otro remedio que cruzar con la capucha aunque tampoco es que me fuera a tapar mucho de la lluvia.

- ¡Hey espera Alejandro! - escuché mi nombre - ¿No tienes paraguas? Toma el mío - dijo mientras me daba su paraguas y sonreía, en cambio yo negaba

- No puedo, tú te vas a resfriar.

- Da igual, el coche de mi padre está ahí al lado, tómalo y me lo devuelves otro día.

Entonces soltó el paraguas en mi mano y echó a correr cuesta arriba hasta llegar al coche de su padre. Al subir a esta se despidió con la mano alegremente y yo también lo hice pero confuso. Confuso porque había sentido algo con ese acto, algo que no sentía desde lo de Kaila.

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Nick Pers-
Holiwi, ¿qué tal están? Espero que muy genial

¡Qué emotivo este capítulo!

Voten y comenten lo que les gusta más.

1096 palabras

Hasta la próxima fénix oscuros.

Un esclavo más (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora