seventeen

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Mastico mientras la miro directamente, su mirada nunca se cruza con la mía, ella solo miraba su plato. Lleva una semana sin dirigirme una sola palabra, no me mira, ni siquiera cuando estamos en familia. No entiendo, ella me lo pidió, ella lo deseaba igual que yo. Trago mi comida y es cuestión de segundos para que mamá y papá comiencen a hablar sobre sus viajes de negocios, pero esta vez no presto atención alguna, simplemente la miro esperando a que su mirada se cruce con la mía en algún momento, pero no pasa. Maldigo por lo bajo, me levanto y decido irme a mi habitación sin decir palabra alguna.

No entiendo absolutamente nada. Por un tiempo ella parecía estar bien con la idea de que estuviésemos juntos, que nos besáramos, nos tocáramos. Ella me lo permitió, ella me pidió que lo hiciera. Mis nudillos se tornan blancos por la fuerza con la que aprieto mis puños, pero no puedo relajarme. Estoy cabreado, y lo peor del caso es que tengo que guardármelo.

Trago saliva, abro una cajetilla nueva de cigarros y comienzo a calar de estos, uno tras otro, intentando relajar mi cuerpo, pero ni siquiera eso servía. Gruño cuando voy por mi quinto cigarrillo y tiro la caja hasta que choca contra la pared. ¿Me ayudó en algo? Absolutamente no, pero al carajo, podría destruir una puta ciudad en este momento.

Pienso y le doy vueltas a mis pensamientos una y otra vez, intentando encontrar una manera correcta de lidiar con todo esto. No puedo hablar con ella porque cuando lo intento me evade, me ignora, y eso me duele como el infierno. Me duele su indiferencia, du trato hacia mi cuando lo único que he hecho es demostrarle mi amor, tratarla como se merece y mimarla. De pronto un calor indescriptible se apodera de mi cuerpo y comienzo a inhalar y exhalar profundamente. Necesito sacarlo, necesito olvidarme de ella por un puto segundo. Tomo las llaves de mi auto, mi cartera y salgo volando de mi casa. Escucho la voz de mamá llamándome, se le escuchaba preocupada, pero mi cuerpo ya no lo controlo yo. Estoy jodido.

Al momento de manejar, soy consiente del riesgo que estaba tomando al sobrepasar el límite de velocidad, pero en estos momentos, me importaba un carajo. Es jueves, no hay una sola fiesta, pero sé claramente que el lugar perfecto para esta ocasión es el pub "Rosarito's". Es un pub de mala muerte, pero en estos momentos, era justo lo que necesitaba. Nadie me conocería ahí, solo tenía que cuidarme de no hacer nada estúpido y saldría sano y salvo de ahí.

Manejo hasta el otro lado de Chicago, y al llegar al pub, me percato que mi psicólogo estaba a no más de tres cuadras de aquí. Muy tarde para una terapia. Son apenas las 6, pero ya estoy en la puerta a la perdición, suerte para la próxima. Una vez dentro, noto como sorpresivamente el lugar ya estaba repleto de gente. Las meseras vestían con minifaldas y blusas muy escotadas, las personas en las mesas eran bastante grandes en su mayoría (refiriéndome al hecho de que de un solo golpe me podrían noquear con esos brazos) y la música era distante a mis conocimientos. Había bastante humo y olor a marihuana. Bien, que comience la fiesta.

Me introduzco al lugar y no dudo dos segundos en caminar hacia la barra para pedirle a esa rubia de senos asombrosos la mejor botella de tequila del lugar. Ella me mira con deseo, ella sabe que no pertenezco a este ambiente, y le excita saber que puedo darle lo que ese trabajo no. El dinero es un hijo de perra, pero es mi hijo de perra. Hay que sacarle provecho de vez en cuando. Cuando vuelve con la botella en sus manos, le otorgo cien libras y le guiño el ojo.

—El cambio es tuyo si bebes un trago conmigo— murmuro y ella muerde su labio inferior. Sus claros ojos cafés me miran directamente con duda pero termina suspirando, y sacando dos vasos de shot de la barra. Sonrío de lado y nos sirvo a ambos. Cuando tomamos los pequeños vasos, yo no evito mirarla directamente a los ojos mientras bebo del líquido, y ella hace lo mismo. Noto como hace un pequeño gesto al beberlo. Sonrío.

—No te había visto nunca por aquí— esta murmura, hago un puchero y vuelvo a llenar los dos vasos de shots.

—Quizás simplemente no viste bien— me encojo en hombros y vuelvo a beber, pero esta vez, ambos entran en mi organismo. Relamo mis labios y alzo mis cejas hacia ella. Miro a mi alrededor, no había mucho donde mirar. Las personas que estaban aquí eran mayores. Gruño.

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