eighteen

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Despierto con una jaqueca indescriptible y la boca seca, me quejo mientras me siento en la cama y abro los ojos lentamente. Miro a mi alrededor y noto como claramente este lugar era desconocido para mi. Frunzo el ceño y rasco mi nuca. Me levanto y noto un bote de aspirinas y una botella de agua en la mesa de noche que había al lado de la cama. Las tomo sin dudarlo y es en cuanto hago esto que una puerta se abre y una chica rubia sale con una toalla alrededor de su cuerpo y su cabello mojado.

Su piel era clara, su cuerpo se veía delgado, sin contar esos senos asombrosos que poseía. No eran muy grandes, pero tampoco pequeños. Eran perfectos para mi. Sus facciones eran jodidamente sensuales: su mandíbula bien marcada, sus ojos café claro los cuales eran un poco rasgados (como un zorro), sus labios regordetes y rosados, su nariz perfilada y sus pómulos marcados. Su cara parecía tallada por los mismos dioses, necesito recordar que hay debajo de esa toalla.

—Hey— me saluda y yo la miro de pies a cabeza. Vaya manjar que he disfrutado anoche. Vaya diosa con la que me he metido, eh. Sonrío y relamo mi labio inferior—. ¿Cómo dormiste?— me pregunta acercándose a mi, y yo chasqueo mi lengua.

—Excelente. Descanse bastante, estaba exhausto— admito, ella sonríe y rueda sus ojos. Amplío mi sonrisa y extiendo mi mano hacia ella, la cual la rubia no duda en tomar, permitiéndome jalarla hacia mi y sentarla a horcajadas de mi. Su cabello mojado comenzaba a gotear en mis piernas, pero siendo
honesto, era lo último que me importaba.

—¿Qué no tienes botón de apagado?— se burla y yo chasqueo mi lengua, tomándola fuerte del culo y pegándola más a mi. Acerco mi rostro al suyo y rozo nuestras narices.

—No cuando te tengo enfrente— susurro y noto como ella analiza mi rostro y termina su acto en mis labios. Ambos nos miramos, y nada más que eso. La tensión sexual era asombrosa y por un segundo solo somos nosotros dos. Ni su cuerpo mojado, ni el ruido de los camiones pasando por la calle, ni siquiera el hecho de que no se ni donde deje mi auto me molestan en este momento. Ella tenía mi completa atención. Paso mi dedo pulgar por sus gruesos labios rosados y termino tomando su mentón con mis dedos, para luego besarla lentamente. Ella sigue mi beso y ambos disfrutamos el momento. De pronto siento como ella pasa sus manos por mi cuello e incluso comienza a frotarse lentamente contra mi. Ambos suspiramos ante el sentimiento.

—¿Aún tienes condones?— me pregunta, muerdo su labio inferior y me separo un poco de ella para escanear su rostro. Sonrío de lado y escaneo la habitación para notar como mi cartera estaba en una esquina. ¿Cómo carajos llegó allá? La rubia parece percatarse de mis pensamientos, se levanta, toma la cartera y al momento de caminar hacia mi, suelta la toalla. Su cuerpo era asombroso, siendo sincero. Tenía una cintura pequeña, unos senos asombrosos, caderas sensuales y unas piernas ni muy delgadas ni regordetas. Relamo mis labios y me maldigo a mi mismo por no recordar lo que pasó anoche. Ella se vuelve a colocar a horcajadas de mi y ahora me entrega mi cartera, la miro directamente y abro esta.

Por favor, por favor, por favor...

Maldigo por lo bajo cuando de mi cartera solo salen un par de billetes, pero ni un solo preservativo. La miro y ella sonríe ampliamente. —Te he fallado— susurro, ella suelta una risa tremendamente adorable, que no evito reír con ella.— Espera, tengo algunos en mi auto.

—¿La tira?— me pregunta y yo asiento— Te la has traído anoche. Se acabaron— murmura y yo abro mis ojos como platos.

—Bueno pues, ¿qué tanto cogimos?— pregunto en burla y ella sonríe divertida. Yo muerdo mi labio inferior y no evito mirar sus labios y luego sus senos— No puedo creer que no recuerde haber devorado este grandioso par— murmuro y paso mis manos por estos, ella ríe, pero se deja llevar.

stepbrotherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora