—¡Hero!, ¡Hero!—dice Valand—¡Es nuestra canción!—Grita por encima de la música cuando el dj reproduce su canción favorita.
—Vamos ve a bailar—le digo en broma. Se que no sabe bailar, y lo único que sabe hacer es hacer gestos con sus manos o con la cabeza.
Me rio mucho cuando la cantan a todo volumen y hacen caras raras con sus demás amigos mientras saltan y mueven sus manos.
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Hero toma la mía y me atrae hacia él, me pega a su cuerpo caliente y lo acompaño cantando mientras que aveces no puedo evitarlo y se me escapa la risa. Cantamos a pulmón y solo nos miramos la cara. Las demás personas que bailan y saltan a nuestro alrededor no existen. Solo existimos nosotros.
Pero se termina nuestra cercanía cuando llega el estribillo de la canción y todos sus amigos saltan sobre nosotros, haciendo que nos separemos. No puedo parar de reír. Una parte es del efecto del alcohol pero lo otro es que no puedo evitarlo, ver su cara cuando sus amigos llegaron hasta él.
—¿Vamos a sentarnos?—dice cuando llega de nuevo a mi lado.
—¿Que pasa?¿No puedes estar ni dos minutos separado de mi?—río.
—Claro que no, nena—se acera más para decir aquellas palabras muy cerca de mis labios—Ya deberías saberlo—tira de mi cintura y me lleva hasta uno de los sofás de allí.
—¿Vas a besarme ahora?—sigo pinchándolo. No puede estar ni dos minutos alejado de mi. No me es raro que ahora quiera besarme, tampoco puede dejar de hacerlo.
—No—se hace el duro—¿Tu quieres que te bese?—Me hago la que pienso y rio negando.
—No, estoy bien. Tranquilo. ¿Tu no necesitas que te bese?—digo acercándome a sus labios. Se que no va a aguantar, lo conozco perfectamente como para retorcerlo un poco.
Mira mis labios y relame uno de los suyos, amo cuando hace eso cuando lo muerde o cuando le pasa la lengua por encima, es tan caliente. Él también se da cuenta que estoy mirando sus labios y sonríe victorioso.
Pero esto no será fácil. Me aparto de él de un movimiento y "sin querer" posó una de mis manos sobre su pierna.
—Eres una maldita—observa mi mano.
La muevo y acaricio su pierna.
—Está bien, tú ganas—toma mi mano y trata de separarla pero para cuando logra sacarla yo pongo mi otra mano—Me estás torturando amor—froto con más fuerza, ahora si que no me da miedo rozar con su parte. Y menos mal que en este lugar no hay casi nadie de gente.
—¿Te gusta?—masajeo su muslo.
—Si, mucho—sonríe—pero deberás retirarla si no quieres que te folle aquí mismo.
