Era malo, era un chico de tu clase arrogante y mal parado. Solía hacerse el chistoso y no hacía mas que molestar a la gente.
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Obviamente todas estaban locas por él, no lo entendías, creo que eras la única que no te llamaba ni un pelo como fumaba, como se hacía el malo faltando a las clases, o como siempre organizaba con sus amigos las mejores fiestas de la universidad.
Tal vez por que no era tu tipo de chico, él que iba en contra de las reglas y de los protocolos de los padres de todas las chicas.
Se sentaba en unas filas más atrás que tú y charlaba con sus amigos sin importarle la clase, te daban ganas de cerrarle el pico y que aprestara atención de una maldita vez.
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Para nada te caía bien, no te iban aquellos chicos que se hacían los chulos y los mejores de la universidad. Era un chico malo, lleno de tatuajes, que fumaba para llamar la atención, tomado como mujeriego, y marcado por una reputación llena de miles de historias que se decían de él.
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¿Quien no quería compartir el almuerzo en su mesa y con su grupo de amigos?
Pues tú no.
O eso es lo que estuviste pensando toda la vida, por que cada vez que lo veías acercarse sabías que se venía la guerra.
