Lo viste cuando entraste de nuevo a aquel lugar donde lo habían secuestrado.
—Y ahora que hiciste?—Soltaste—¿De nuevo té metiste en problemas?
Llegabas agitada cuando cruzaste la habitación que ya te conocías de memoria. El oficial se encontraba afuera para que ustedes dos pudieran conversar.
Pero ni contestó, solo miro el techo mientras groseramente reposaba recostado sobre el banco de madera.
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—¿Ya no vas a hablarme?—Inquiriste con total normalidad, aunque ya un poco cansada de este tipo de situaciones, en el que le salvabas el trastero en todas las oportunidades—¿Que hiciste?—Repetiste por segunda vez.
—Nada—Respondió seco.
Querías matarlo por ser tan...así y tan necio.
—¿No te importa nada lo qué haces verdad? Esta será la última vez que ayudo para sacarte de tus malditos problemas—Te cruzaste de brazos y no dijiste mas nada.
Harta te tenia esto.
—Me pillaron vendiendo—Hablo como si por única vez la culpa lo carcomiera.
—¿Vendiendo que?—Lo miraste rápido, indignada.
¿Que vende ahora?
—Maria.
—Maria...la...la droga?—Ni siquiera sabías por que preguntaste eso, estaba claro que lo sabías, como no ibas a saberlo cuando sabías perfectamente lo que consumía tu novio.
—Si, marihuana.
—Genial, si algo faltaba era esto—Farfullaste—Que te pillen con las manos en la masa, luego de que hace menos de un mes te arrestaran por golpear a una persona mientras estabas borracho.
—Lo siento si?—Dijo sin más, sus ojos no mostraban nada.
Como si eso fuera a arreglarlo todo.
—No se trata de pedir perdón. Ya te dije que esta vez será la última vez que te salve. Ahora serás tú el que tendrás que ayudarme a mi, y cooperar con esto. Por que si sigues metiéndote en problemas ya no podremos seguir juntos.
—No me meteré en problemas, lo juro. No haré nada estupido para perderte, no otra vez.
Asentiste pensando que funcionaría, confiando plenamente en sus palabras.
—Ya vamos ok?—Pegaste rendida media vuelta hacia la salida—Ya he pagado la fianza.
Como si fuera un niño regañado por su madre te siguió hasta el estacionamiento arrastrando sus pies, con sus manos en los bolsillos y la cabeza gacha.
Ya no sabías que mas podías hacer para que esto funcionara como tú querías.
