Tú —Hey—Lo viste de tu lado, tocabas su hombro muerta de frío—¿Vamos a casa?
—¿No quieres seguir viendo el cielo? Pronto saldrán las estrellas—Conectó sus ojos verdes con los tuyos.
—Es que hace frío y el pasto sigue humedeciendo mi espalda—Confesaste a punto de titiritar.
Él se acomodó sobre el césped y sacó de su mochila la sudadera gigante negra que tanto te gustaba.
—Toma—Te la abrió y te ayudo a pasártela por el cuerpo hasta cubrirte con la tela.
Se volvieron a recostar sobre el césped de aquel parque y te arrimaste más hacia él que estaba tibio.
No apartaste tus ojos de él que miraba las nubes.
—¿Que ves?—Preguntaste curiosa y con una de tus sonrisas en la cara.
—El atardecer, y esa nube con forma de corazón.
—¿Donde?—Te costó encontrarla, pero después de que te la señalara lograste definirla—Hey esa tiene forma de....—Definitivamente eras malísima hallando formas de entre las nubes. Algo que no se te daba bien—Forma de nube—Te rendiste, definitivamente no eras tan bueno como él, que observaba las cosas de otra manera y a todo le encontraba algún significado, o valor, o sentimiento diferente a ti.
Por eso era único.
Cuando después de un rato callado te topaste con su mirada que en ningún momento se apartó de ti.
Te diste la vuelta sobre tu cuerpo y quedaste de cara al suelo, tu mano la pasaste por sobre su abdomen y tu barbilla reposo en su pecho.
Te miraba demasiado.
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—¿Que?
—Nada—Miró enamorado mientras tú lo observabas curiosa y con una gran sonrisa.
—Anda, dime que me estás viendo. Me pones nerviosa.
—Tranquila. Solo miro al pedazo de regalo que tengo aquí a mi lado y lo afortunado que soy de tenerlo.
—¿Ósea que soy un regalo, un objeto?—Acusaste pero él negó rápidamente.
—No, eres más que eso. Muchísimo más—Soltaron sus labios. Tú también lo veías embobada y atentamente—Y te quiero demasiado no te das una idea—Sonreíste hasta ponerte roja.
Esto hacía él en ti.
—¿Cuanto me quieres?—Te encontraste diciendo.
—Hasta las estrellas y más—Por un momento el cielo ya se encontraba oscuro y llovido de estrellas.
—¿Hasta el infinito y más allá?—Río por tu frase de película y se acercó para finalmente darte un beso.
