25|extrovertido🔥

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—Es una muy linda noche ¿No crees?—miro a mi novia sentada en frente mío.

Desde que llegamos a este restaurante no he podido quitarle la mirada de encima.

Se puso tan linda y tan sexi, que me emocione cuando la vi en su cuarto poniéndose un vestido blanco satinado. De esos que tanto me gusta que se ponga.

De todos modos es preciosa con todo lo que se ponga o no se ponga.

Me pongo caliente de tan solo pensarlo. Tiene un hermoso cuerpo, que muchas veces suele esconderlo. Cuando nos conocimos usaba sudaderas largas y jeans anchos, todo para ocultar esas curvas, que ningún otra chica a la que he conocido las ha tenido.

Con el tiempo le enseñe que la amaba y que no tenía que por que esconderse de su cuerpo. Me siento orgulloso de poder ahora disfrutarlas viéndolas a simple vista.

—¿Que?—ríe cuando ha notado que no paro de verla.

—Nada—Sonrio.

—Estas mirándome, y me estas poniendo nerviosa.

—Es que eres muy linda—Ella se ruboriza.

La comida llega, tiempo después. Parece que lo hace a propósito por que corta un pedazo de carne y se lleva el tenedor a la boca. El pedazo de carne le roza los labios y desaparece después dentro de su boca, tampoco hablemos de como agarra su copa de vino, le da un sorbo y se limpia la comisura de los labios con la lengua disimuladamente.

Me la está poniendo dura.

Me alegra haber escogido esta mesa, en una esquina y sin nadie al rededor. Por que puedo tirar mi tenedor a propósito como parte de mi plan.

—Disculpa—le digo cuando me voy debajo de la mesa a buscar el tenedor que he tirado.

Cuando estoy debajo levanto la vista. Es astuta y sus piernas están cruzadas bajo esta.

Cuando tengo el tenedor en mis manos, lo apoyo en su tobillo y lo comienzo a subir lentamente, acariciandola. Su piel se ha puesto de punta, nada más excitante que eso.

Cuando llego hasta arriba de su pierna, me aparto y vuelvo a sentarme en mi silla.

Su cara está petrificada, sus ojos miran hacia algún punto fijo de su plato y su boca está entreabierta.

—Se me callo el tenedor. Perdona—digo con una sonrisita burlona.

Ella vuelve a reaccionar y agrega.

—Estamos en un restaurante.

—¿Y?

—¿Puedes comportarte?—rio.

—Si te encanta, no te hagas

—Si, pero estamos en un lugar público.

—Y no ha sido la primera vez—Le recuerdo pensando en todas las veces en la que nos hemos manoseado en lugares públicos. Todavía no olvido cuando lo hicimos en el baño de aquel centro comercial.

—Ya, basta. Hoy no—deja su tenedor en el plato y va a por su copa. Necesita algo refrescante.

Yo asiento.

Cinco minutos después me encuentro observando sus labios de nuevo. Mastican la comida muy lentamente, es una adición.

Mi pierna sube por debajo de la mesa y del mantel, y le toco la pierna descubierta.

Ella levanta la cabeza para mirarme con ojos fulminantes.

Yo sigo y hago que las separe.

—¿Puedes dejar de tocarme por debajo de la mesa?—susurra y mira para ver si alguien nos está mirando.

—Shhh—la callo y con todo lo que da mi mano logro acariciar su muslo.

Me gustan estas mesas, son demasiado cortas. Y el lugar es tan estratégico que hace más fácil todo.

Se me escapa una risita cuando de un minuto a otro ya la tengo rendida bajo mi tacto.

Mi mano acaricia todo, desde sus piernas hasta su ropa interior, su zona.

—No me hagas esto...—Se mece en al asiento. Sus manos están tomado los bordes de la silla fuertemente.

—Disfrútalo—Disimulo un poco más los movimientos de mi mano, cuando el mesero se acerca a retirar los platos tras mi asentimiento de cabeza.

Él parece sumido en su trabajo y parece no notar nada raro.

—¿Traigo la carta de postres?—Al no dar respuestas se dirige a mi chica hundida sobre la silla y sobre mis dedos acariciandola.

Pellizco un poco cuando tarda en contestar.

—¿Esta bien?—El camarero pregunta preocupado cuando reacciona ante el pellizco de los dedos.

—Si..Si, Estoy bien—Hace cara rara pero al final deja una pequeña sonrisa para indicar que todo está perfecto—No queremos postre.

Se conecta a mis ojos.

—¿Por que no?—La interrumpo—¿No quieres nada?

—No—Se acomoda en su asiento apartándose de mi mano, de mi tacto—Ya nos vamos. Quiero lo cuenta por favor.

El camarero se retira tras la orden.

—Eres un idiota—Dice por encima de la mesa—Casi se da cuenta.

—Fue por tu culpa, no mía—rio—Yo no hacia esas caras raras.

Me saca el dedo como niña pequeña.

—Ya sabes como me haces sentir—Habla con tono amenazador.

Tras pagar la cuenta y de vaciarnos las copas de vino, me saca a rastras del lugar.

—Admite que te encanto—Le digo cuando la veo sonriendo.

—Me encanto—se emociona en el estacionamiento en busca del auto.

Quien la entendería.

—Ahora si, podrías terminar lo que has empezado—Dice cuando nos subimos al auto.

—Me encargaré de buscar un lugar descampado urgentemente—Enciendo el auto para sacarlo de allí.
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~𝙾𝚗𝚎 𝚂𝚑𝚘𝚝𝚜~Hero Fiennes TiffinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora