UNEXPECTED. |MYG

Veintinueve.

Malú estaba en la cama boca abajo e intentaba mantener la cabeza alzada, aunque no duraba mucho tiempo en esa posición. Terminé de guardar las toallas húmedas y la cargué. Saqué el chupón de su estuche y enganché la tira en el borde de una de las mangas de su bodie, era práctico porque si ella lo soltaba no caería al suelo, aunque estaría en el coche así que no había problema.

La había llevado a su chequeo, ya tenía dos meses por lo que también le tocaba otra vacuna.

Prepararía el almuerzo o esperaba que ella me lo permitiera. La acosté en su coche y encendí el móvil que le había regalado Jungkook, tenía luces y eso llamaba su atención. Puse música, dejé el coche a la vista mientras sacaba las cosas para cocinar.

Escuché ruiditos de su parte y sonreí, la vi moviendo las piernas, estaba pasando el momento de su vida. La pediatra me había indicado que era bueno que la estimulara, con música o cosas que captaran su atención.

Cuando escuché su primer balbuceo casi lloro de la emoción ese día, Yoongi dijo que no se imaginaba como me pondría cuando dijera mamá o cualquier otra palabra. Yo tampoco lo imaginaba.

Salí del cuarto dejando la puerta abierta. Malú estaba dormida y yo tenía que ir a trabajar aunque era temprano aún, me prepararía un sándwich ya que ella no me dejó comer completo y luego me dormí hasta que le dio hambre y tuve que atenderla, luego se hizo la hora para comenzar a alistarme.

Leila estaba en la mesa del comedor con su laptop, ya había llegado hace un rato y estaba adelantando parte de su trabajo. Ella trabajaba desde casa por lo que le daba tiempo de hacer otras cosas. Yo había pensado en hacerlo pero las empresas buscaban personas con algún tipo de capacitación o profesionales.

Mientras preparaba el sándwich me fijé en ella, parecía distraída mirando algo en su teléfono, desde que llegó la había notado extraña.

–¿Estás bien? –Pregunté. Vi como reaccionó y volteó a verme.

–Si, sólo es Boi que me avisó que ya está en casa.

Boi era el apodo de su hermano, quien trabajaba en la misma empresa que Yoongi.

–Desde que llegaste pareces distraída. –La miré suspicaz, mientras me acercaba para sentarme frente a ella dejando mi plato en la mesa. –¿No será que tienes algún pretendiente por allí? –Rió, aunque noté un leve sonrojo.

–No hay nadie, no podría.

Eso me pareció extraño, además que su semblante cambió un poco.

–¿Por qué? Eres hermosa y joven, Lei.

Leila nunca había mencionado que estuvo o estuviese en una relación o algo así, sólo me había hablado de su familia y de como fue su niñez en Hawái antes de que se mudaran aquí. Ella vivía con Boi, uno de sus hermanos menores, ellos dos en particular eran muy unidos, sus otros hermanos estaban en Hawái y sus padres vivían en otra ciudad a unas pocas horas de Seúl.

–Pues... ya estuve casada –mi cara fue de pura impresión al escucharla, ella mantenía la vista en el vaso que estaba a su lado– creí que él era el hombre perfecto para mí, pero no fue así.

–¿Qué pasó? –Solté sin pensar.

Hizo una mueca, y suspiró como preparándose para contarme. Me dio un mal presentimiento.

–Me casé a los veinticinco y todo fue bien, yo siempre tuve en mente conocer a la persona indicada y casarme, estaba viviendo mi sueño –sonreía con nostalgia– hace dos años cuando estaba por cumplir los veintiocho me enteré que estaba embarazada, estábamos felices y muy ilusionados pero... perdí el bebé al tercer mes –pronunciaba cada palabra con dolor y a mí se me apretó el pecho– él no lo soportó y decidió dejarme, lo hizo cuando más lo necesitaba... Yo también estaba sufriendo, era una personita que crecía en mi vientre y de un momento a otro ya no estaba –tomó una respiración y agarré su mano– yo de verdad quería tener hijos y más con la persona de quien estaba enamorada, toda ilusión se destruyó muy rápido. Nos divorciamos, pasé por una depresión muy fuerte, aunque gracias a mi hermano y también con ayuda de psicólogos pude sobrellevar un poco la situación, pero algo así no se olvida jamás y creo que ese dolor siempre va a estar presente.