Veintiocho.

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–Entonces, ¿vas a aceptar la ayuda de tu padre?

–Aún no lo sé.

Lis y yo estábamos detrás de la barra, moviéndonos y haciendo tragos, hablábamos cuando estábamos una al lado de la otra. Había comenzado a trabajar, cosa que no tenía muy contento a Yoongi pero se le pasaría. Lo decidí y quería tener mi propio dinero como siempre fue desde que me fui de casa. Ya llevaba casi dos semanas en el Luxury, cumplía dos turnos a veces por lo que pasaba todo el día en el local, como hoy, que había hecho lo de antes cuando me enteré que estaba embarazada, ser anfitriona y bartender. Mi jefe me había dado la opción de continuar en la barra y acepté porque las propinas eran buenas.

En un principio se me hizo difícil dejar a Malú, pero me sentía tranquila porque estaba con Leila. Era difícil tratar de organizarme cuando estaba en casa, no era que podía darme el lujo de descansar muchas horas, tenía que cumplir con mi responsabilidad de madre también. Sabía que en esta nueva etapa de mi vida, debía tener mucha paciencia para no dejar que todo me sobrepasara.

–¿Qué le pasa a Jimin? Parece triste. –Ambas miramos al peligris, que mantenía su vista fija en el vaso. Cuando Jungkook y él supieron que había comenzado a trabajar decidieron venir, ya lo habían hecho tres veces en la semana. Pero esta vez sólo había venido Jimin y no parecía estar bien.

–Está raro. –Comenté, concordando con lo que ella decía. No había podido hablar con él correctamente porque estaba ocupada.

–Le pregunté y dijo que estaba todo bien... pero la verdad es que no actúa como siempre. –Pronunció, sonando algo preocupada, para luego alejarse ya que se habían acercado varios clientes.

Cuando volví a juntarme con Lis, ella y los chicos tuvieron una buena relación de inmediato, así que ahora todos éramos como una familia, aunque a Yoongi no le gustara tenerlos tanto tiempo en casa, el punto es que nos preocupábamos el uno por el otro.

Decidí acercarme a mi amigo, aprovechando que mis compañeros estaban atendiendo a las personas con sus pedidos.

–Llevas con el mismo trago como media hora. –Me apoyé en la barra frente a él, fue entonces que salió de su trance.

–Lo disfruto. –Hizo una mueca intentando sonreír pero no le salió.

–¿Qué pasa, Jimin? El que estés aquí solo es raro.

–¿Acaso no puedo disfrutar de un trago estando solo? –Su tono no fue brusco, en cambio sonaba desganado.

–Puedes, pero sé que pasa algo. Recuerda que somos almas gemelas. –Repetí lo que él, en ocasiones, decía.

–Cierto –soltó una pequeña risa, pero calló a los pocos segundos colocándose serio– pues... Me gusta alguien, pero hay un problema.

–¿En serio? Creí que nadie podría resistirse a tus encantos –él sonrió, pero sus ojos aún seguían apagados. Me di cuenta que era algo malo ya que nunca lo había visto así– Pensé que estabas viéndote con alguien.

–Ah, eso no fue nada –se encogió de hombros– Vaya... –Exclamó, viendo a Jean hacer su show con las botellas mientras unas personas lo grababan con sus teléfonos.

–Yo lo hacía –mencioné– pero tengo que practicar, he perdido el toque. –Sonreí.

–Es genial. –Dijo, sin dejar de ver los movimientos que hacía mi compañero.

–No te desvíes –llamé su atención, volvió a mirarme– ¿Cuál es el problema?

Le dio un sorbo a su vaso lleno de whisky.

UNEXPECTED. |MYGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora