Capitulo 2

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Entré a la habitación sin escuchar la respuesta del tipo, caminé hacia la orilla de la cama y recargue mis brazos en ella para poder echarme en la alfombra de su cuarto. Me acosté de lado viendo hacia la dirección de la puerta y coloqué mi antebrazo de almohada. Conté hasta 100 y al llegar al 99 pude conciliar el sueño, perdiendo me en los dulces brazos de Morfeo.

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El sonido de una puerta abrirse hizo que me despertara al momento. Abrí los ojos y me encontré al tipo recargado en el marco de la puerta, por la forma que había adaptado sus ojos parecía escanear la situación en la que dormía.

— ¿Por qué dormiste en el suelo?

Un bostezo salió de mi y cambie mi posición boca arriba, tapando mis ojos con los brazos.

— No me haz pagado. No voy a utilizar nada, además de la ropa que me diste, estando aquí. No trabajo gratis.

Solo escuché un bufido y en cuestión de segundos, un bulto cayó sobre mi abdomen. Aparté un poco los brazos de mis ojos para ver qué era lo que se encontraba.

— Tanto dinero...

Al momento de susurrar eso, unos brazos me tomaron por sorpresa. Solté un ligero grito y me sostuve de el, demostrando mi teoría de que eran fornidos y tonificados.

— Ya tienes el pago por tu primera noche, ahora puedes hacer uso de todo lo que yo te ordene. Por lo mientras, descansa un poco en la cama.

Su voz era demasiado serena, no parecía haber algún rastro de enojo o diversión en el. Traté de ver sus ojos cuando me posó en la cama, pero ni si quiera quería mirarme.

— ¿Alguna vez habías contratado a una persona como yo?

Se sentó conmigo en la cama, dándome la espalda, sus brazos se tensaron y calló por unos segundos.

— ¿Alguna vez te había contratado una persona como yo?

Me quedé callada. La verdad es que todo lo que estaba haciendo ese hombre era completamente extraño para mí. Ninguno pasaba ni un segundo después de contratarme en ponerme una mano encima o en querer que satisfaciera sus necesidades. Pero era bastante extraño que, en primera, una persona como el me contratará, y dos, que me trajera a su casa. Me habría quejado si no me hubiese pagado, pero ahora que lo ha echo, no tengo ni idea de lo que quiera este hombre.

— ¿Te puedo preguntar algo?

— Ya lo estás haciendo...

— ¿Necesitas que haga algo en especial por o para ti?

El chico se quedó pensando por mucho tiempo. Pasaron unos minutos más tarde cuando se levantó y caminó hacia  su clóset.

— ¿Puedes ponerte esto para preparar el desayuno?

Sacó del mueble una bermuda corte chino, una playera color azul pastel de cuello redondo y un mandil color azul marino. Todas las prendas con corte para hombre.

...

Terminé de vestirme y salí de la habitación directo a la cocina haciéndome un chongo en el pelo, dejando solo mi fleco suelto. Me detuve para ubicar las cosas que tenia, como utensilios, sartenes, insumos y esas cosas. Abrí el refrigerador y me quedé un momento pensando en lo que haría, de repente, sentí una mirada sobre mi y un escalofrío recorrió mi cuerpo. Giré y me encontré con él, estaba parado justo unos pasos detrás de mí, traía solo unos jeans azules, venía descalzo y con el torso descubierto. Acaba de terminar de bañarse puesto que gotas de agua escurrían de su oscuro cabello. Cuando me quedé observando su pecho, bajé la mirada hacia la playera que yo llevaba puesta, entonces, una duda entró en mi.

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