Capítulo 30 FINAL

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Una puerta se abrió y se cerró. Esperé para escuchar pasos acercarse, pero el único sonido venía del tic-tac de un reloj; un rítmico y continuo latido que atravesaba el silencio.

El sonido comenzó a disiparse, disminuyendo vertiginosamente. Me pregunté si podría escucharlo detenerse por completo. Súbitamente temí ese momento, inseguro de qué vendría después.

Un sonido mucho más vibrante eclipsó el del reloj. Era un sonido tranquilizador y etéreo, una danza melódica en el aire. Alas, pensé. Vienen para llevarme.

Sostuve la respiración, esperando, esperando, esperando. Luego las agujas del reloj comenzaron a moverse al revés. En lugar de disminuir, el latido se hizo más certero. Dentro de mí se formó un líquido parecido a un espiral y comenzó a dar vueltas adentrándose más y más en mí. Me sentí arrastrado hacia la corriente. Me estaba sumergiendo en mí mismo, en un oscuro y cálido lugar.

Mis ojos parpadearon hasta abrirse y se encontraron con un familiar techo con paneles de roble. Mi habitación. Una sensación de tranquilidad me inundó y luego recordé en dónde había estado. En el gimnasio con Frank.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo.

- "¿Mangel?" - Dije con voz ronca por el desuso. Intenté sentarme y luego lancé un amortiguado grito. Algo en mi cuerpo estaba mal. Me dolía cada músculo, hueso y célula. Me sentía como un moretón gigantesco.

Hubo un movimiento cerca de la puerta. Mangel se reclinó contra el marco. Su boca estaba tensa y carecía de su usual atisbo de humor. Sus ojos sostenían más profundidad de la que nunca antes había visto. Se veían rudos y protectores.

- "Esa fue una buena lucha allá en el gimnasio," él dijo. "Pero creo que no te vendría mal algunas lecciones de boxeo."

Todo regresó a mí en una oleada. Las lágrimas salieron desde muy dentro de mí.

- "¿Qué pasó? ¿Dónde está Frank? ¿Cómo llegué aquí?" - Mi voz estaba llena de pánico. - "Yo me lancé de la viga."

- "Tuviste mucho valor para hacer eso." -La voz de Mangel se volvió ronca y entró a la habitación. Cerró la puerta tras de sí y supe que era su manera de dejar afuera todo lo malo. Estaba poniendo una división entre mí y todo lo que había pasado.

Él caminó y se sentó junto a mí en la cama.

- "¿Qué más recuerdas?"

Traté de juntar todos mis recuerdos, trabajando en retrospectiva. Recordaba el batir de las alas, las escuché poco después de que me lanzara de la viga. Sin lugar a dudas, sabía que yo había muerto. Sabía que un ángel había venido para llevarse mi alma.

- "Estoy muerto ¿verdad?" - Dije en vos baja, lleno de miedo. - "¿Soy un fantasma?"

- "Cuando saltaste, el sacrificio mató a Frank. Técnicamente, cuando regresaste, él también debió haberlo hecho, pero como él no tenía alma, no tenía nada que reviviera su cuerpo."

- "¿Regresé?" -Dije, deseando no llenarme de falsas esperanzas.

- "No acepté tu sacrificio. Lo rechacé."

Sentí una mueca de asombro formarse en mi boca.

- "¿Estás diciendo que dejaste tu oportunidad de ser humano por mí?"

Él tomó mi mano vendada. Debajo de toda la gasa, mis nudillos latían por haber golpeado a Frank. Mangel besó cada dedo, tomándose su tiempo y manteniendo su mirada fija en la mía.

- "¿Para qué me serviría un cuerpo si no puedo tenerte?"

Pesadas lágrimas rodaron por mis mejillas y Mangel me acercó hacia él, acomodando mi cabeza contra su pecho. Poco a poco el pánico pasó y supe que todo había terminado. Yo iba a estar bien.

El chico de ojos negrosWhere stories live. Discover now