CAPÍTULO 4

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Conduje la avenida a toda velocidad hasta llegar a mi casa y luego di la vuelta y me dirigí al centro de Coldwater, atajando por Beech y utilicé el marcado rápido de mi celular para llamar a Alex.

- "Pasó algo... yo... él... eso salió de la nada... el Neón..."

- "Te estás entre cortando. ¿Qué?"

Me limpié la nariz con la parte trasera de mi mano. Estaba temblando de la cabeza a los pies. --- "Él salió de la nada."

- "¿Quién?"

- "Él..." Intenté juntar mis pensamientos y formularlos en palabras. "¡Él saltó frente al auto!"

- "Ay, hombre. Ay-dios-ay-dios-ay-dios. ¿Golpeaste un venado? ¿Estás bien? ¿Qué le pasó a Bambi?" Él mitad gimió y mitad gruñó. "¿El Neón?"

Yo abrí la boca, pero Alex me interrumpió.

- "Olvídalo. Lo tengo asegurado. Solo dime que no hay pedazos de venado sobre mi bebé... no los hay ¿cierto?"

Cualquiera que fuera la respuesta que le iba a dar se quedó atrás. Mi mente estaba dos pasos adelantados. Un venado. Quizá podría fingir que impacté a un venado. Quería contarle la verdad a Alex, pero tampoco quería parecer un loco.

¿Cómo iba a explicar que vi al chico que impacté ponerse en pie y arrancar la puerta del auto? Gire mi cuello hacia un lado de mi hombro. Hasta donde podía ver, no había marcas en dónde él me había agarrado...

De repente reflexioné. ¿De verdad estaba considerando negar lo que había pasado? Yo sé lo que vi. No fue mi imaginación.

- "Ay rayos," dijo Alex. "No me estas respondiendo. El venado está pegado en los focos del auto ¿cierto? ¿Estás conduciendo por ahí con él atascado en el frente como si fuera una pala para la nieve?"

- "¿Puedo dormir en tu casa?" Quería salir de las calles. Fuera de la oscuridad. Con una súbita inhalación me di cuenta de que para ir a casa de Alex tendría que volver a la intersección en donde lo impacté a él.

- "Estoy en mi cuarto," dijo Alex. "Puedes venir. Te veo en un rato."

Con mis manos fuertemente apretadas contra el volante, conduje el Neón a través de la lluvia, rezando para que el semáforo en la avenida estuviera verde en mi favor. Lo estaba y pasé la intersección mirando directamente hacia el frente, pero a la vez mirando con el rabillo del ojo las sombras de los lados de la carretera. No había ninguna señal del chico con la máscara de esquiar.

Diez minutos más tardes estaba estacionando el Neón frente a la casa de Alex. El daño en la puerta fue mucho y tuve que patearla para poder salir. Luego corrí hasta la puerta de entrada, entré a toda prisa y bajé corriendo las escaleras hasta el sótano.

Alex estaba sentado en su cama con las piernas cruzadas, tenía un cuaderno sobre sus rodillas, llevaba puesto audífonos y su iPod estaba encendido.

- "¿Quiero ver el daño hoy, o debería esperar a dormir al menos siete horas?" Me preguntó a través de la música.

- "Quizá deberías escoger la opción número dos."

Alex cerró su cuaderno y se quitó los audífonos.

- "Terminemos con esto de una vez."

Cuando salimos, me quedé mirando al Neón por un largo rato. No era una noche cálida, pero el clima no era la causa del escalofrío que recorrió mis brazos.

La ventana del conductor no estaba rota. Tampoco la puerta.

- "Algo no está bien," dije. Pero Alex no me estaba escuchando. Él estaba ocupado inspeccionando cada pulgada del Neón.

El chico de ojos negrosWhere stories live. Discover now