Era la noche del domingo antes del comienzo de las vacaciones de primavera y el cine estaba lleno. Me metí en la fila de entrada, mirando continuamente alrededor en busca de indicios de si había sido seguido. No había nada alarmante hasta el momento y la presión de los cuerpos me ofrecía buena cobertura.
Me dije a mí mismo que Mangel se haría cargo de Dabria y que no tenía nada de qué preocuparme. Pero no hacía daño estar alerta. Por supuesto, en el fondo, sabía que Dabria no era la mayor preocupación. Tarde o temprano Mangel iba a averiguar que yo no estaba en el Delphic. Basándome en la experiencia pasada, no me hice ninguna ilusión de ser capaz de ocultarme por un largo tiempo. Él me iba a encontrar. Y entonces me vería forzado a confrontarlo con la pregunta que tanto me asustaba. Específicamente, me asustaba más su respuesta. Porque había una sombra de duda en el fondo de mi mente, susurrándome que Dabria había dicho la verdad acerca de lo que Mangel necesitaba hacer para conseguir un cuerpo humano.
Me acerqué a la taquilla. Las películas de las nueve y treinta acababan de empezar.
- Una entrada para El Sacrificio. - Dije sin pensar. Inmediatamente encontré el título extrañamente irónico. Sin esperar a reflexionar más sobre eso, escarbé en mis bolsillos y empujé un fajo de monedas por debajo de la ventana, rogando para que fuera suficiente.
- Cielos. - Dijo la cajera mirando las monedas resbalarse por debajo de la ventana. La reconocí de la escuela. Ella era una estudiante de último grado y estaba casi seguro de que su nombre era Kaylie o Kylie.
- Muchas gracias. - Dijo - Como si no hubiera una fila esperando. Todo el mundo detrás de mí murmuró una exclamación colectiva.
- He limpiado mi alcancía. - Dije intentando ser sarcástico.
- No bromeo. ¿Está todo? - Preguntó expulsando un prolongado suspiro mientras agrupaba las monedas en cuartos, diez centavos, cinco centavos y peniques.
- Por supuesto.
- Como sea. No recibo el pago suficiente para esto.
Ella arrojó el dinero en la pequeña caja metálica y deslizó mi entrada por debajo de la ventana
- Existen esas cosas llamadas tarjetas de crédito...
Cogí la entrada. - ¿Has visto pasar a Alex esta noche?
- ¿Alex quién?
- Alex. Él es una estudiante de segundo año. Estaba con Samuel.
Los ojos de Kaylie o Kylie se abrieron exorbitadamente. - ¿Te parece que tengo una noche tranquila? ¿Te parece que sólo he estado sentada aquí, memorizando cada cara que pasa? - No importa.
Solté un respiro dirigiéndome hacia las puertas que me llevaban dentro. El cine de Coldwater tiene dos pantallas a ambos lados de un puesto de películas. Tan pronto como el chico de las entradas le arrancó la mitad a la mía, me dirigí hacia la puerta de la sala de cine número dos y me adentré en la oscuridad.
La película había empezado. La sala de cine estaba casi llena, excepto por unos cuantos asientos aislados. Caminé por el pasillo buscando a Alex. Al fondo me di la vuelta y caminé por el frente. Era difícil reconocer las caras en la oscuridad, pero estaba bastante seguro de que Alex no estaba aquí. Salí de la sala y caminé hacia la función de al lado. No estaba tan concurrida. Hice otra caminata, pero de nuevo, no vi a Alex.
Tomando asiento cerca de la parte trasera, traté de ordenar mi mente. Esta noche, todo parecía un oscuro cuento de hadas en el cual me había perdido y no podía encontrar mi camino de regreso. Un cuento de hadas con ángeles caídos, humanos híbridos y asesinatos como sacrificio. Pasé el dedo pulgar por encima de mi marca de nacimiento. Especialmente no quería pensar en la posibilidad de que era descendiente de un Nephilim. Saqué el móvil de emergencias y comprobé las llamadas perdidas. Ninguna. Lo estaba metiendo en el bolsillo cuando una caja de cartón con palomitas de maíz se materializó a mi lado.
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El chico de ojos negros
FanficPara Rubén Doblas, el romance no era parte del plan. Él nunca se había sentido particularmente atraído hacia los chicos de su escuela, sin importar lo mucho que su mejor amigo, Alex, los empujara hacia él. No hasta que Mangel llegó a su vida. Con s...