❝Quiero vestir de rojo contigo❞ || Zhuiyi (MDZS)

8- Bienvenido a Yiling

Cuando las noticias de que iría a Yiling llegaron a oídos de Lan Jingyi este no cabía en sí de la felicidad. La carta que le había mandado a Wei Sizhui había sido un poco más difícil de leer pues al parecer en su emoción el joven Lan no podía dejado de temblar y algunos de sus caracteres eran indescifrables en consecuencia. Aun así esa fue una de las cartas favoritas de Sizhui. Saber que a su amigo estaba tan feliz por poder venir al lugar que llamaba hogar le hacía sentir que su corazón escogió a la persona correcta.

El resto de las preparaciones continuaron con pocos pormenores. Ya todos en los Túmulos Funerarios estaban acostumbrados a este tipo de trabajo manual y tenían experiencia arreglando, ampliando e incluso construyendo desde cero.

La noticia de que un discípulo vendría como invitado a estudiar con ellos por un tiempo se había esparcido entre el resto de YilingWei como fuego en un cuarto de pólvora. Había un aire de tensión y emoción entremezcladas en el aire. Algunos, los más visionarios, pensaban en cuántas puertas abriría para su clan si todo salía bien; podrían ser considerados una secta más en lugar de un grupo de marginados que debían ser evitados a toda costa por los cultivadores virtuosos. Si conseguían respeto, no serían tratados como escoria o criminales. Otros, los desconfiados, sospechaban que este pequeño discípulo sería un espía que iba a informar todo lo que viera a su clan en un intento de buscar excusas para declararles la guerra. Incluso podría fingir haber sido atacado. El resto, sin embargo, simplemente se sentían nerviosos. Cuando alguien con mucho prestigio venía a visitarte era natural querer dar la mejor impresión posible.

Los encargados de la cocina estuvieron debatiendo con semanas de anticipación el menú que servirían durante la estadía del joven invitado, proponiendo y descartando ideas porque querían ajustarse al delicado paladar de los Lan sin volver su comida demasiado insípida. Los discípulos y Wen que trabajaban en construcción revisaron algunos de sus planes originales para ornamentar un poco las fachadas de los edificios ya terminados y los que estaban a medio construir también. El Salón del Patriarca, la residencia que le pertenecía a Wei Wuxian, fue modificada levemente también aunque rara vez la usara por pasar todo su tiempo en la Cueva Matademonios. Incluso algunas de las tías y primas de Sizhui comenzaron a participar, decorando los costados de los caminos que recorrían los habitantes para moverse de un lugar a otro con piedras lustradas y algunos lirios rojos entre medio.

La estética de YilingWei siempre consistió de rojo y negro pero ahora en lugar de transmitir una imagen de condena y perdición, todo comenzaba a lucir discreto y tal vez algo elegante.

—Este lugar se ve hermoso —comentó la tía Yanli en una de sus visitas, mirando por la ventana del Salón del Patriarca con una sonrisa—. Ha cambiado mucho en poco tiempo.

—No entiendo por qué tanto algarabío por ese Lan Jingyi —comentó Jin Ling moviendo la masita que tenía en la mano para señalar a su primo— ¿Acaso hay algo que no nos estás diciendo?

Wei Sizhui se tensó en su asiento y su padre le dio una palmadita en el hombro.

—Quizá A-Yuan tenga sus secretos pero eso es algo aparte. La verdad no les pedí que hicieran nada, quienes empezaron a trabajar por su cuenta son los demás discípulos y los Wen —esto era verdad, Sizhui sabía que en ningún momento Wei Wuxian les especificó que debían esforzarse tanto. Simplemente introdujo una nueva ala a los dormitorios y le pidió a los cocineros que piensen en un menú con menos especias—. Todos sienten que este es sólo el comienzo ¿Quién sabe?

—Estoy orgullosa, A-Xian —la tía Yanli, siempre tan dulce, veía con los ojos de una madre a Wei Wuxian. Y por supuesto, su padre perdía lo poco que tenía de madurez cuando se trataba de ella y sonreía como un niño pequeño—. Estoy segura de que los demás líderes comenzarán a entender que lo que estás haciendo aquí no es nada malo.