170 30 14
                                    

Mini maratón 1/3

------------------------------------------

Mi mano encajaba perfectamente en la suya.

Íbamos caminando por el parque, su hombro ocasionalmente chocaba con el mío. No sabía a donde nos dirigíamos, solo sabía que el marcaba el rumbo. Seguimos caminando unos minutos más hasta llegar a una parte del parque rodeada de árboles junto a un pequeño lago, con pequeños girasoles plantados en el césped. A la distancia pude visualizar una manta, una cesta, rosas y champaña. Él miró en mi dirección y sonrió.

- ¿Qué es todo esto? –pregunté un poco confundido.

- No puedo imaginar una vida sin ti, todo el tiempo que estuve en el espacio me puso a pensar las cosas. Pensé en ti, en nosotros, en como nunca quiero alejarme de ti y principalmente en que quiero pasar el resto de mi vida a tu lado –respondió Emilio visiblemente emocionado.

Lagrimas empezaban a escaparse de mis ojos y de un momento a otro, vi a Emilio sacar una pequeña caja negra de su bolsillo y ponerse en una rodilla.

- Así que Joaquín Zor-el, ¿te casarías conmigo? –preguntó.

Las palabras no lograban salir de mi boca pero como pude logré hablar. –"Sí" –respondí antes de lanzarme a sus labios a besarlo.

Segundos después nos separamos y Emilio deslizo el anillo por mi dedo, tomó mi mano y nos dirigimos al pequeño picnic que mi prometido organizó. Al sentarnos en el suelo, Emilio me sirvió una copa con champaña. Lo miré y sus ojos brillaban, su sonrisa era contagiosa. -¿Qué pasa? –preguntó Emilio riendo levemente.

- Solo no puedo creer lo afortunado que soy por pasar el resto de mi vida a tu lado –contesté acercándome a él.

Me colocó entre sus brazos y después de un rato nos recostamos sobre la manta mirando hacia el cielo. Sentí como Emilio se inclinaba y colocaba sus labios sobre los míos. Solo podía sonreír y disfrutar el momento.

*

Al día siguiente invitamos a nuestros seres queridos a cenar.

- Amor, ¿sabes en dónde está mi corbata? -gritó Emilio desde la habitación.

- Está en tocador -respondí mientras terminaba de acomodar la mesa.

Emilio salió de la recámara hacia donde me encontraba, su corbata estaba a medio poner así que me acerque a él y la acomodé apropiadamente.

- ¿Qué sería de mi sin ti? -bromeó mi prometido mientras me abrazaba.

- Probablemente seguirías siendo un egoísta y arrogante -respondí bromeando.

- Me lo merecía -respondió Emilio.

Un leve golpe en la puerta nos indicó que nuestros invitados habían llegado.

- ¿Listo? -pregunté.

Asintió con la cabeza y me dirigí a abrir la puerta, dejando entrar a nuestros amigos y familia, conforme fueron entrando se fueron acomodando en la sala. Emilio me dio una señal, tome aire y llame la atención de todos.

- Chicos debemos contarles algo -respondí.

Todos me miraban expectantes así que solo levanté mi mano izquierda, mostrando el anillo.

Azul corrió directo a mí y me abrazo fuertemente. -Felicidades -dijo en mi oído.

Después de recibir felicitaciones por parte de todos, dimos inicio a la cena, estábamos ahí riendo y disfrutando el momento.

Y estando ahí pensé en lo afortunado que era.

*

Azul me pasaba traje tras traje.

- Creo que nunca encontraré el traje perfecto. Soy un fracaso -mencioné dejándome caer en el sofá.

Azul se acercó a mí mostrándome un traje más. -Sólo intenta con uno más, ¿sí? -rogó ella entregándome el traje.

Asentí levemente con la cabeza, tomé el traje y me encamine al probador.

Me miré en el espejo y una sonrisa apareció en mi rostro. Frente al espejo el traje lucía como la prenda de ropa más hermosa en el mundo. Era color negro, de aspecto simple pero era elegante, además se ajustaba perfectamente a mi cuerpo.

Azul empezó llorar emocionada al verme salir del probador. Y justo en ese momento confirme que era el traje ideal, aquel con el que caminaría por el altar.

*

Cuando llegué a casa observé a Emilio en la mesa trabajando en algunos detalles de la boda.

- ¿Qué opinas rosas o azucenas? -indagué.

- Con que me casé contigo es suficiente -respondió Emilio besándome. -Pero prefiero las rosas -añadió.

Le guiñe un ojo y seguimos con nuestros planes.

En un momento Emilio tomó mi mano entrelazándola con la suya, lo miré y su sonrisa era capaz de iluminar la habitación.

- Te amo mucho Joaquín -dijo él.

- Te amo más -respondí.

En ese momento, estando solo él y yo todas mis preocupaciones y responsabilidades desaparecieron.

Lo único en mi mente era que iba a casarme con el hombre de mis sueños.

----------------------------------------

Últimos capítulos

Un chico de Krypton y un chico de Daxam; Emiliaco (adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora