(っ◔◡◔)っ ♥ Capítulo VIII ♥

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Y ahora que se habían quedado completamente solos Sai no pudo evitar mirar a Hinata quien se había quedó completamente estática sin corresponder a su abrazó, entonces se  pregunto si lo que había hecho era lo correcto, pues había enfrentado a Naruto. Le dio tiempo para que ella reaccionara y por fin le dijera algo, un reclamó. Pero eso no sucedió pues aquella seguía sumergida en sus pensamientos, así que decidió hablar:

—Todavía lo quieres, no es verdad—cuestiono.

—Si—respondió, debía ser sincera pues en ellos no debía existir algo tan tonto como las mentiras.

—Belleza—pronuncio todavía abrazándola y ella pudo notar un rastro de suplica en sus palabras—Solo te pediré una cosa, no me gustan las mentiras así que deseo que seas lo más sincera posible— la vio asentir así que prosiguió—¿Deseas volver a estar con Naruto?—

—Eh—dijo sorprendida, girando para ver el rostro de aquel que se había convertido en su fortaleza—Lamento hacerte pensar eso pero, Yo solo te necesito a ti—se recostó en su pecho.

—¿Estas diciendo, la verdad?—volvió a cuestionar, pues de sentimientos el entendía menos que nada.

—Lo hago—susurro en su oído, poniéndose de puntillas pues aquel chico pálido era demasiado alto.—De hoy en adelante, solo abra espacio en mi corazón para ti—sonrió.

—pequeña—pronuncio, depositando un tierno beso en su frente aquel que significaba protección, por qué a partir de que ella se había convertido en su mujer se había prometido en silencio velar su felicidad fuera con el o sin el.

—Deberíamos ir a comer—soltó, arrastrándolo a la salida.

—Todo menos, ramen—

Y salieron del hospital tomados de la mano, sin vergüenza ni pudor alguno.


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Estaban comenzando a conocerse cierto era que se habían saltado esa parte pues habían ido directo a disfrutar de sus cuerpos y experimentar nuevas sensaciones, pero no era tarde para comenzar de nuevo.

Las miradas de los curiosos no se hicieron esperar por supuesto que era nuevo pues a aquella chica Hyuga nunca se le había visto pasear con algún varón que no fuera  miembro de su equipo.

Se sentía extraña pues aquella intención era demasiada, los murmullos de los aldeanos la estaba comenzando a incomodar, miró de reojo a Sai quien parecía estar calmado. Era verdad no debía de molestarle después de todo habían tomado la decisión de iniciar una relación lo más normal posible si aquello era posible. Salir a la calle tomados de la mano eso era algo que hacían todas las parejas así que no debía ser un problema.

Decidió mirar de nuevo a su acompañante y descubrió por que los miraban tanto, pues Sai tenía el pecho totalmente descubierto se sonrojó y casi se cae.

—Sai, debes, deberías cubrirte—le dijo, llevándolo a un callejón.

—¿Por qué no lo haces tú?—cuestiono guiñándole un ojo.— Vamos no seas tímida—tomo las delicadas manos de su acompañante y las posiciono en su pecho, la vio enrojecer pero aquello le divertía.

—E..to, yo no—titubeo—Sai, alguien podría vernos—su voz comenzaba a quebrarse.

—Entonces deberíamos darnos prisa—aclaro, metiendo sus manos en sus pantalones para por fin tomar su trasero.—Vamos, belleza tu también lo deseas—comenzó a masajear su trasero de forma circular.

No dijo más pues el deseo pudo con ella los besos cada vez se hacían más demandantes, las mordidas en su mandíbula comenzaban a excitarla, lo deseaba, deseaba completamente olvidarse de su pudor y calmar de una vez por todas aquel incendio que comenzaba a formarse entre sus piernas. todo está listo solo necesitaba meter sus manos en el pantalón de el y dejarse llevar, además que podía salir mal.

𝓔𝓵 𝓐𝓭𝓲𝓸́𝓼 | 𝓕𝓲𝓷𝓪𝓵𝓲𝔃𝓪𝓭𝓪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora