(っ◔◡◔)っ ♥ Capítulo VII ♥

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Sentía un horrible dolor proveniente de su cabeza, abrió sus ojos, posando  su mirada en su techo todo estaba borroso, pero incluso en aquellas condiciones ella podía reconocer su habitación, después de haber perdido la vista temporalmente cuando era una niña se había concentrado a  aprender a desarollar su olfato con las enseñanzas de Kiba.

La sensación no era nueva pues hace años esa era una de sus costumbres desmayarse a causa de Naruto. Pero ahora con 21 años se sentía avergonzada de no poder controlado sus emociones.

Se levantó de golpe, recordando todo lo sucedido y la causa de su desmayó.

Sai- pensó.

Aquel chico raro que solo le basto un mes de relación para proclamarla su novia y había tenido todo el valor que a Naruto en esos dos años de relación clandestina le falto para enfrentar a su padre e incluso amenazarlo.

Cierto su padre, se tomó  la frente buscando un indicio de fiebre quizás todo aquello había Sido una ilusión o un sueño. Pues recordó a su padre siendo accesible con aquel que no tenía nada, ni apellido, ni clan literalmente.

Debería estar felíz, pero no podía pues amargos recuerdos le venían a su mente, todas aquellas veces que ensayaba con aquel Rubió lo que le dirían a su padre e incluso lo que le compraría como ofrenda de paz.
Y con lágrimas en sus ojos no pudo hacer otra cosa que reírse de si misma, pues ese chico raro, ese del cual ella había tomado su "inocencia" era el claro ejemplo de que cuando se deseaba algo simplemente se hacia, sin que ella se lo pidiera.

No tuvo necesidad de crearse un discurso ni mucho menos usarla de escudo, simplemente se postró ante su padre y le dijo todo lo que necesitaba decir. Ese pequeño bastardo, como lo había llamado su padre si que valía la pena.

La puerta se abrió sacándola de sus pensamientos y dejando ver a Hanabi.

—One-san, sabes lo que le sucede a padre?—pregunto, sentándose en la esquina de la cama.

— Eh—dijo, tratando de levantarse, pero aquella chica de cabellos castaños la detuvo.

—Tranquila—aclaro —Es solo que desde tu llegada a estado extraño, incluso me a dicho que no debemos de preocuparnos por ti que por fin has escontrado a alguien que cuidara de ti—

—Ehhh—musitó y los recuerdos llegaron a ella, no había sido producto de su imaginación todo había sido complementamente real. —Nos vemos Hanabi-chan— y salió corriendo.

Se dirigió al despachó de su padre, tenía que hablar con el. Pues no permitiría que se burlaran de Sai o peor lo usarán como un títere a conveniencia del Clan.

—Padre, le ruego me permita hablar con usted— suplicó.

—Me darás, más sorpresas— soltó, sin dejar de mirar sus papeles—Habla—

—¿Padre que pretende?—acuso.

—A que te refieres—contesto, posando sus perlas en ella—No hay trucos si, a eso es a lo que te refieres—

—Accedió tan rápido, que yo pensé—

—Pensaste que solo lo utilizaremos a nuestro beneficio— habló— Es lo que piensas—

—Si—respondió, posando su mirada en el suelo se sentía avergonzada.

—Supongo que tú falta de confianza hacia mi es una consecuencia de haber Sido un mal padre y líder ante tus ojos—suspiro—Esta vez no hay trucos deseo que tú corazón encuentre la felicidad que tanto has anhelado y si aquel chico raro te la da, entonces yo estaré deacuerdo—

—Padre— sollozó—P-padre.—

—De una vez te aclaro, que si me vuelve a desafiar lo golpeare— dijo, acercándose—No llores Hinata, tu eres mi preciada hija y siempre velare por tu bien—

—Gracias—

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Se despertó, miró su reloj eran las 6 de la mañana debía apresurarse, pues su nueva misión estaba por comenzar se le había encomendado ser una sensei para los proximos ninjas médico, pues de todas ella era la única con una enorme paciencia y carisma asi que había Sido ella la elegida.

Así que con esa nueva tarea en mente,
se dirigió al baño se desvistió, recordando a aquel palido chico tenía una semana sin verlo, pues este había tenido una misión en solitario, así que podía sentirse relajada pues lo que menos buscaba eran problemas entre este y Naruto. Todavía le dolía su recuerdo, pero cada día era menos sabía que muy pronto podría liberarse de todos aquellos sentimientos que arrastraba y así  poder corresponder a ese amor tan raro pero sincero que Sai le brindaba.

Entro al hospital, con su bata y aquel gafete con su nombre se sentía orgullosa de si misma, de portar aquello. Su Nii-san había Sido la motivación para que ella tomara aquel camino.

Había terminado su primera clase y todo aquello había Sido maravilloso poder enseñar era grandioso, quizás debía seguir los pasos de su tan preciado amigo Shino. Iba de salida pues no tenía otro deber.

—Belleza—grito, acercándose a ella —que bueno que te encuentro—

—¿Eh, que te sucedió?—cuestiono, mirando a Sai lleno de sangre y un ojo morado.

—Un pequeño rasguño, no tienes de que preocuparte— sonrió.

—Hinata-chan, puedes hacerte cargo de estos tontos— hablo Sakura señalando a Sai y Naruto— Tengo una urgencia — y salió corriendo.

No dijo nada y aquellos no le aclararon nada simplemente se limitaron a seguirla. Y así continúo en silencio se limito a limpiarles la sangre eh incluso los vendo, pero sabía que aquello debía tener una explicación así que decidido enfrentarlos:

—¿Me dirán que sucedió?—cuestiono, poniéndose en medio de ellos—¡Sai!—

—Te fui a buscar a tu casa—dijo—Entonces ví a Naruto así que me acerque a el, realmente pensé que me felicitaría después de todo no lo ah hecho, pero se molestó  y me golpeó así que yo tambien lo hice—

—Eh—se estremeció.

—Pero, yo estoy bien después de todo lo único que deseo es verte— admitió, depositándole  un tierno beso en su mano.

—Hinata—gruño aquel Rubió que hasta el momento solo se había limitado a mirar —Necesitamos hablar—

—Lo que deses hablar con mi mujer—ordeno, con su típica sonrisa falsa— puedes decirlo frente mio—

—No te metas—solto aquel Rubió — Vamos Hina— y se acercó a ella.

—No, tenemos nada—musito, alejándose de el— de que hablar—

—Ambos tenemos mucho de que hablar, como el hecho que de ahora este idiota te llame su mujer—

—Lo es— aclaro, abrazando por la espalda a aquella peliazul—Asi, que Naruto te pido que no molestes a mi novia—

La puerta fue cerrada de golpe aquel Rubió se había marchado, su corazón latía tan rápidamente que estaba segura que pronto saldria de su pecho. Un abrazo eso fue lo que sintió y  lo único que necesito para sentirse protegida.




 Un abrazo eso fue lo que sintió y  lo único que necesito para sentirse protegida

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𝓔𝓵 𝓐𝓭𝓲𝓸́𝓼 | 𝓕𝓲𝓷𝓪𝓵𝓲𝔃𝓪𝓭𝓪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora