NARRA SINGTO.
Sabía que no tenia que ceder. pero Krist tenia miedo, mucho miedo, podía verlo en sus ojos, sabía que estaba roto y necesitaba hacerle entender que no me alejaría de el y que lo cuidaría y protegería cueste lo que cuesto, por lo que necesite que confiara y demostrarle que era suyo igual que el era mio.
Con mucho cuidado fui acomodándolo encima de mi, tenia miedo de romperlo, su cuerpo no pesaba nada, y parecía que en cualquier momento iba a romperse, tenia miedo de hacerle daño con mi peso. Por haya donde tocaban mis manos podía notar cada hueso de su cuerpo, cada centímetro de piel que recorría era una sacudida para mi corazón, como alguien podía llevar su cuerpo al limite y no notarlo, como alguien podía dañar tanto un cuerpo y no sentirse mal, mi mente no podía dejar de pensar en la causante de todo, pero un jadeo hizo que mi mente volviese a lo que estaba viviendo en ese momento. Mis manos no dejaban de acariciar su espalda por debajo de la camisa mientras mi boca atacaba su cuello y barbilla, poco a poco fui dejando besos por todo su rostro mientras mi mano continuaban en recorrido por todo su cuerpo, el tan solo llevaba una camisa grande y unos pantalones cortos, quería quitarle la camisa y ver su cuerpo pero cuando intente subir su camisa un temblor se apodero de el, lo que hizo que me detuviese por unos instante para ver su rostro el cual se encontraba completamente rojo, mientras mantenía sus ojos cerrados y se mordía el labio.
-Kit, pequeño no te muerdas el labio, no sabes el efecto que tienes en mi.
Esto solo sirvió para que jadease mas fuerte mientras yo atacaba sus labios para poder continuar con mi cometido de demostrarle que todo el era perfecto, poco a poco volví a subir su camisa y esta vez no hubo ningún tipo de resistencia ya que se encontraba completamente sumergido en el beso, mi lengua recorría toda su boca en anhelo de sentirlo mucho mas cerca de mi, cuando su camiseta estuvo completamente fuera, poco a poco fui intensificando mis caricias para acariciar cada trozo de piel, mientras mis besos no abandonaban su cuello y cara, Krist se concentraba en no gritar mucho para que los vecinos no nos escuchasen, pero era inevitable que cada vez que mis manos acariciaban su trasero Krist no jadease fuertemente, cuando termine de recorrer todo su cuerpo con mis manos decidí que era momento de ir a la cama y continuar allí, no quería hacerle daño por lo que el mejor sito será la cama y no el diminuto sofá. Le indique que enredarse sus piernas alrededor de mi cuerpo lo cual cumplió mientras nos llevaba hacía la cama mi boca ataco su cuello iba a dejar dos grandes marcas a cada lado para que todo el mundo viese que era mio y que nadie podía tocarlo y hacerle daño, nadie tenia el derecho de hacerle daño nunca.
Poco a poco fui recostándolo en la cama mientras me posicionaba entre sus piernas para no hacerle daño, no íbamos hacer nada rudo, poro iba a demostrarle todo mi amor.
Mis manos volvieron a trazar su cuerpo pero esta vez empezando por sus piernas mientras que mis manos volaban hacía la cintura del pantalón corto el cual estire sin ningún miedo y en poco tiempo se encontraba en alguna parte del cuarto, fui dejando besos por toda su pierna al igual que algún que otro mordisco al llegar a su diminuto muslo.
-Bebe eres precioso y único. Dije al notar como volvía a temblar. No sabía como era capaz de comprender tan bien el cuerpo de Krist pero era algo dentro de mi el que me sabía decir que necesitaba Krist en todo momento.
Mis besos fueron subiendo por su pierna asta llegar a la tira del bóxer donde Krist se aferro a mi pelo mientras gemía, lo que hizo que me lamiese los labios mientras lo veía, pero no me detuve allí, mientras Krist se aferraba a mi cabello, trace con mi lengua su abdomen mientras dejaba alguna que otra marca, asta que llegue a su pezón izquierdo, el cual no dude en besar y succionar mientras con mi otra mano acariciaba el otro, esto solo hizo que Krist arqueara la espalda.
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MI DESTINO
Hayran KurguA los cinco toque mi primer instrumento. A los ocho ya sabia tocar cuatro instrumentos. A los disecaseis era considerado el mejor del país. Y a los veinte había llegado a lo mas alto, aunque me sentía muerto por dentro ya que mi vida era controlad...