¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El primer año de Hope había sido un tanto peculiar. No se había metido en ningún problema, pero como era de esperarse Harry Potter fue el protagonista del año; una serie de ataques extraños había amenazado a Hogwarts porque una cámara secreta había sido abierta. Al parecer el niño había salvado a su compañera de curso Ginny Weasley. La verdad es que ella no se había enterado de los detalles de todo lo que había sucedido, solamente sabía lo que la mayoría y eso porque su hermano y Leo se encargaron de que no se metiera en ello. Aunque Hope se molestó mucho cuando no le dijeron que Hermione había sido petrificada; eran buenas amigas a pesar de ser de cursos distintos. Compartían buenos momentos en la biblioteca. Del trío dorado era con la única con quien hablaba.
Faltaban un par de días para que un nuevo curso en Hogwarts iniciara. Así que como era costumbre Hope se encontraba con su madre en la tienda que tenían en el Callejón Diagon. Estaban haciendo paquetes de pedidos que algunos magos y brujas habían solicitado.
—Tengo que ir por tu hermano a la casa de Leo, además estoy segura de que Maia necesitará hablar.
Maia había sido compañera de Hogwarts de Talia, también había ido a Gryffindor y en su momento fue la pareja de Sirius Black; se casaron poco después que Talia y Jordan y casi al mismo tiempo que ellos tuvieron a Ares, Maia y Sirius tuvieron a Leo. Claro que las cosas cambiaron mucho cuando este fue llevado a Azkaban. Y ese año sería difícil para Maia y Leo, pues esa mañana había llegado El Profeta con la noticia de que el asesino Sirius Black se había escapado de prisión.
—Está bien, mamá. Mi padrino seguramente no tarda en llegar así que no te preocupes.
Talia desapareció por la Red Flu. Solo un par de minutos después la campana de la puerta anunció la entrada de una persona a la tienda. Hope sonrió al ver el rostro de su padrino y casi corrió hasta él para abrazarlo, siendo recibida por los brazos del azabache.
—¿Talia se fue ya?
—Hace un par de minutos, sí. —Asintió la menor.
—Pero cómo se le ocurre dejarte sola.
La bruja rodó los ojos divertida. Así era Severus con ella, algo sobreprotector y por cualquier cosa se exaltaba.
—No me pasó nada, mira, aquí estoy sanita.
La campana volvió a sonar y un adolescente de piel morena se adentró en la tienda con una sonrisa.
—¡Blaise! —Saludó animadamente Hope.
—Hola, brujita. Profesor Snape.
—Zabini. —Respondió el profesor de pociones para después marcharse a otro lugar de la tienda.
