- ¿Que haces tú aquí?— su voz sonó tanto como decepcionado y a la vez molesto— Deberías descansar, estás en un estado horrible... ¿ Tu te has visto?
Me contuve por no echarme un vistazo, seguro que tenía razón.
- ¿Porque te fuiste?—no quería que él viera mi tristeza impregnada en la voz, así que contuve las ganas y detuve el escozor en mis ojos, y ni si quiera sabía porque tenía ganas de llorar.
- No parecías agradada con mi presencia, así que pensé que sería mejor alejarme para que tuvieras tu espacio y no te agobiaras, pensé que estabas de mal humor por las miradas asesinas que no parabas de dirigirme, así que me fui— estábamos caminando por unos árboles, rodeándolos, y los rayos resplandecientes del sol recaían sobre sus ojos y los bañaron de dorado, él iba por delante de mí, imponente con su gran altura y sus ancha espalda— Tampoco quería asustarte y hacer que te preocuparas por mi — esas últimas palabras las dijo con sarcasmo pero yo contuve una leve risa.— Igualmente,—su voz se tornó sería de repente— lo lamento.
Me sorprendí ante su repentina seriedad y le sonreí, dándole la señal que todo estaba bien. El no me la devolvió, y siguió caminando, sin mirar atrás ni una sola vez. Estaba recto, y una gran espada plateada se situaba enganchada a una ebilla de su cinturón. Le observé un poco sin darme mucha cuenta, y se dio la vuelta, mientras seguí avanzando, y me miró con el ceño fruncido y las cejas perfectas levemente alzadas.
-¿Que estás mirando tanto?
Sin poder evitarlo se me sonrojaron las mejillas y dirigí la vista hacia otro lado, mientras que vi de reojo como Satter desenvainaba la espada de la funda y la miraba, con una potente luz impactando sobre el filo y rebotó y me cegó la vista. Solté un bufido. Los árboles se alzaban hermosos por encima de nuestras cabezas y las nubes recorrían el cielo azul. Los pajaros trinaban desde las ramas de los árboles.
-¿Te gusta lo que ves?—preguntó Satter, curioso por mi interés por la naturaleza.
- De siempre me ha gustado los espacios abiertos llenos de colores verdes intensos.
No pude verlo porque seguíamos avanzando, pero pude sentir una sonrisa detrás de la máscara que fingía usar. No sabía a dónde íbamos, pero realmente me daba igual. Quería sentir el aire en la cara y respirar el olor de las hojas de los árboles. De repente, se paró en seco, y yo me choqué con su enorme espalda y me separé de inmediato, acalorada. Madre mía cuanto calor desprende.
Me miró de reojo con mirada divertida y me cogió el brazo con su fuerte mano, volviéndome a acercar. Mi cara se estampó contra su espalda y puse la mejilla. ¿Que demonios estaba haciendo?
Un poco molesta susurré:
-¿Que es lo que pasa? —no quise que viera que estaba asustada, pero mis palabras no pudieron salir más temblorosas.
-Ya vienen.
No me quise imaginar que es lo que iba a venir, pero cuando vi a unas siluetas pequeñas e inofensivas al final del camino de árboles, suspiré de alivio. Eran niños. Debían de ser cuatro en total. Había dos niños y dos niñas. Uno de los chicos tenía el pelo moreno y ojos verdes y era de aspecto alegre y juguetón. El otro tenía el pelo blanco como la nieve y ojos azules, parecía ser menos hablador pero muy valiente. La otra niña era rubia con ojos grises, como los míos. Y por último, estaba la niña que iba más atrás, una chica con el pelo castaño cortito y unos ojos que me impresionaron, eran de color mercurio, plata. El chico de los ojos verdes y el pelo negro se abalanzó a los brazos de Satter, y lo tiraron al suelo, aplastándome debajo. Tosí con fuerza pero solté una risa alegre.
- ¡Volviste!—gritó el chiquillo con una voz aguda y contenta.
Dios golpecitos con sus puños en el duro pecho de Satter. Le pegué en la espalda para que se apartara, me estaba asfixiando. Se quejó, pero se levantó de encima de mi con el niño en brazos y me tendió la mano con el brazo que le sobraba. Yo la cogí. Me levanté y me limpié las virutas de hojas de la ropa. El niño no pareció molesto al verme, es más, sonrió apliamente y me saludó con la mano. Miró a Satter.
-¿Es tu amiga?
Satter miró al chico un poco confundido, pero no respondió. Él hizo un puchero. Satter negó con la cabeza.
-No, nada de pucheros. A practicar.
Y bajó al niño de sus musculosos brazos, dejándolo sobre el suelo. Me pareció increíble pero no se quejó y fue corriendo con su amigo del pelo blanco. Sonreí cálidamente, tienen que ser muy buenos amigos, pensé.
- Lo son—dijo Satter, pero no sonrió.
-¿ Como se llama la chica de los ojos color plata?
Satter giró la mirada y me miró a los ojos.
- Se llama Lyah, es... muy tímida, solo se habla con su mejor amiga—señaló a la chica del pelo rubio y los ojos grises, que estaba haciendo cosquillas a su amiga en las costillas, y ella reía tímidamente.
-Y...
-¿Que?
Me callé, y no dije lo que iba a preguntar, y vi cómo Satter no me preguntó más, solo miró al horizonte y el sol escondiéndose detrás, en silencio.
El entrenamiento de los niños era más duro de lo que habia pensado. Todos lo habían hecho genial, pero Lyah se esforzó mucho, era muy hábil y sigilosa. Utilizaron una espada, y Lyah se enfrentó al chico de los ojos verdes y lo venció de una manera increíble. Lo que me sorprendió más fue que Satter me dejara quedarme para observar cómo entrenaban. Y aunque me entró la curiosidad, tampoco le pregunté por las Pruebas del Fuego. Pero sé que él sabía que Amira me había hablado sobre ello, lo podía ver reflejado en su mirada todo el rato. Cuando acabaron, los chiquillos se fueron corriendo despidiéndose de Satter con la mano y atravesaron el camino de los árboles y se dirigieron a la aldea, en busca de sus familias. Satter me miró.
-Vamos, es hora de ir a cenar.
Asentí con la cabeza y me asombró su amabilidad conmigo. Caminamos juntos, uno al lado del otro, hasta la cabaña donde había estado hablando con Amira, donde nos esperaba sentada sobre la cama, y estaba con las manos entrelazadas y sonriendo con los ojos entrecerrados, como hacía siempre desde que la había conocido, exactamente hacia unas horas. Se levantó y me miró.
-¿Que tal os ha ido?
-Bie..
Antes de que Satter pudiera terminar, le interrumpí y murmuré:
-Fantástico.
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Claire y el lobo
AdventureClaire es una chica que se despierta en medio de unas montañas heladas, y no sabe nada y no se acuerda de nada, solo de su nombre y de sus padres, de lo que sucedió antes en su vida no. Tendrá que averiguar su pasado para descubrir cosas que la hará...