Capítulo 5

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                                                                      Satter

El fuego chisporroteaba delante de mí, furioso. Unas chispas rojizas potentes se elevaban al cielo, pintado por la noche y esparcido con estrellas brillantes que danzaban sin descanso. Me encontraba sentado sobre el suelo, delante de la cabaña de mi madre, y una hoguera que me mantenía envuelto y a salvo del frío enfrente de mi. Llevaba una camisa blanca de manga corta, tenía la piel de gallina. Esta chica... No la entiendo, no debería quedarse en mi hogar, y más cuando no es más que una completa desconocida. Escuché pasos detrás de mí , y me día la vuelta, descubriendo a Claire saliendo de la cabaña de Amira, con una sonrisa preciosa en los labios. Tenía el cabello negro por los hombros despeinado, y la ropa que le di la tenía con manchas negras de suciedad,  al igual que los muslos, manchados. Intenté no mirarla con descaro, ya que giró su mirada y encontró mis ojos. No me había fijado, pero sus ojos eran de un color gris muy claro, eran... No, ni de coña. No mostró mucho interés y volvió a meterse dentro, y yo dirigí mi mirada al fuego. Me gustaba observarlo. Pero vi como si salía de nuevo, con una manta marrón en uno de sus brazos. Caminó hasta mi y se sentó enfrente del fuego, al otro lado, y me lanzó la manta.

- Toma, para que no pases frío, te vi solo y pensé que querrías compañía.

Atrapé la manta con una mano y la miré, para después mirarla a ella. No mostré agradecimiento.

- No la necesito— dejé de centrar mi atención en el asunto y junté las manos delante del fuego para calentarme.

La lancé de nuevo hacia su lado sin mirarla, y vi cómo la miraba un poco enfadada y se levantaba del suelo, molesta. Se colocó su cabello negro azabache y se rascó los ojos con furia, le escocían y los tenía un poco rojos. 

- Está bien. 

Se dio media vuelta y yo la miré fríamente.

- Date un baño, lo necesitas.

Se paró en seco, y giró un poco la cabeza, sus ojos grises saltaban chispas de furia y dijo:

- Y tú necesitas dejar de ser un completo idiota.

Y se marchó, dejándome con brillo de culpa en los ojos.


Claire

Me marché dando grandes zancadas, con chispas de furia glacial saliendo de mis ojos escocidos. 

- Pero como se atreve... 

Me molesté en llevarle algo para que no tuviera frío y esa es su reacción y comportamiento. Un baño, un baño... quería gritar, pero solo me salían las lágrimas. Me las sequé con furia y me dirigí con prisas a ducharme, ¿donde podría bañarme? Entonces, a lo lejos, no mucho, vi unas estelas de vapor girando en espirales sobre el cielo nocturno. Me dirigí hacia allí y vi un balneario hecho con piedras rodeándolo y agua muy caliente en los huecos. Miré a los lados, a ver si había alguien, pero solo el silencio y el ruido de los grillos me hacían compañía en esa oscura noche. La verdad no me fiaba mucho, pero era verdad mi estado era desastroso. Olía mal. Olía a mierda. Solté una risa. Me fui desnudando y dejé la toalla que me había dejado Amira sobre una de las rocas, para que no se mojara. Metí un pie en el agua y me recorrió una chispa de placer por las venas. Hacía siglos que no me bañaba en un balneario. Hundí mis piernas sucias y después al final el torso, con la cabeza apoyada sobre una de las piedras y la sumergí y me mojé el cabello, para después peinármelo con mis dos manos. Observé el cielo estrellado, y vi una estrella fugaz surcar el cielo a una velocidad impresionante, tanto que me pareció haber sido una ilusión. Respiré hondo por la nariz y cerré los ojos. Disfrute del olor del aire impregnado con olor a hojas de pino y disfrué de la paz, tanto, que me quedé dormida.


Satter

Corrí en busca de Claire. En realidad no debía de haber hecho eso, pensé, un poco apenado. El corazón me latía  mil por segundo debajo de mi camisa. Pero yo seguí corriendo, hasta que alcancé a pensar en donde debía de estar. Corrí hacia los balnearios, agotado. Ahí estaba... respiré hondo de alivio, y observé su estado. Estaba desnuda, he hizo que se me acaloraran las mejillas, aunque solo se podía ver sus hombros y clavículas a la vista.Tenia el cabello negro mojado y los pestañas con mínimas gotas de agua sobre ellas, que las hacían aún más bonitas. ¿Que debía hacer? Se había quedado dormida del agotamiento, y no podía dejarla ahí tirada, así que lo único que pude hacer fue meter mis manos dentro del agua y atraparla entre mis brazos, algo que hizo sentirme mal, pero la envolví en la toalla con cuidado y toda el agua calló a chorros sobre mi camisa y se me pegó a la piel. La envolví bien en la toalla para que no tuviera frío, y subí la cuesta, cargando con ella. Cuando llegué, cogí un poco de ropa seca y la tumbé sobre la cama, y la vestí. Todo esto hizo sentirme horriblemente mal, pero no podía dejarla desnuda al aire en la cama para que pasara frío, así que yo mismo la vestí, y la tumbé con delicadeza sobre la cama, apoyando su cabeza sobre la almohada. Cogí una manta, y se la coloqué por encima. La miré durante unos segundos y sonreí un poco. La acaricié la cabeza, y me rozó el dorso levemente con la punta de sus dedos, pero no dijo nada, no abrió los ojos. Sus dedos seguían en mi mano y escuché un leve suspiro. Cogí otra manta y la puse sobre el suelo, y me tumbé al lado de su cama, y la miré  y susurré :

- Lo siento...

Ella apretó más el agarre en mi mano y la observé hasta que el sueño me invadió y me quedé completamente dormido.

Claire y el loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora