Capítulo 10

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Era una fría tarde de invierno, las hojas estaban congeladas con una pequeña capa de escarcha por encima, y caían de los árboles sin rumbo, rompiéndose en pedazos sobre la blanca nieve. Mi hermano y yo nos encontrábamos en la aldea, peleándonos y tirándonos bolas de nieve desde los fuertes que nos habíamos hecho. Reíamos como locos, y yo ponía todas mis ganas en ganarle. Y me llevé un bolazo en la cara. Se deshizo sobre mi abrigo que me protegía del frío que amenazaba con devorarme. 

-Te vas a enterar—gruñí divertido mientras formaba una bola de nieve con las manos.

Mi hermano se estaba partiendo de risa, tenía los ojos azules brillando con fuerza. Se despistó y yo aproveché y le estampé la bola en el pecho, después otra en la cara. Se tiró sobre la nieve de espaldas, fingiendo haber sido herido, mientras seguía riendo auténticamente. Entonces, me acerqué, y el me atrapó. Y nos quedamos tumbados sobre la nieve helada y pura, e hicimos unos ángeles, moviendo las manos y los pies. Miré al cielo repleto de nubes, y casi solté un grito por lo que vi desde abajo. Era nuestro padre, mirándonos  con esos ojos marrones verdosos horribles. Cogió a mi hermano del pelo y le tiró con crueldad, levantándole del suelo. El estaba llorando. Yo quería protegerle, pero me llevaría un golpe en la cara como intentará protegerle. Y yo ya lo había  hecho una vez, y el me cogió de la camisa y me pegó en la mejilla con su puño duro como el plomo. 

-Kyle,¿ has entrenado como te dije?

Su voz era malvada. Unas lágrimas se le escaparon por los ojos y negó levemente con la cabeza. Mi padre estaba obsesionado con que Kyle se convirtiera en un auténtico guerrero y abandonara la aldea para ir con el a la guerra. Pero Kyle siempre se negaba. Tiró con desprecio a mi hermano sobre la nieve y le pegó una buena patada en el estómago. En se momento yo me transformé en un lobo negro como la noche y saqué los colmillos gruñendo como la bestia que era y me puse delante de mi hermano para protegerle, pero mi padre rápido, e hizo la misma transformación que yo, pero su tamaño triplicaba al mío, y me asestó un zarpazo y me lanzó por los aires, y me estampé contra un árbol, cayendo sobre el suelo con estruendo. Kyle estaba indefenso, y mi padre lo aprovechó, y le pegó un manotazo, sacando las garras, en el ojo derecho. Kyle gritó de dolor mientras le sangraba a borbotones, y la sangre no para de manar. Salté y le mordí en el ocico, y apreté con los dientes. Y ahí es cuando huyó gimiendo del terrible dolor, manchando la nieve con su sangre, de un rojo escarlata intenso. Y no volvimos a verle nunca más. Llevé a mi hermano a la cabaña de nuestra madre y lo curó con sus  poderes curativos, y nunca, nunca en mi vida olvidaré las lágrimas que salieron de sus ojos mientras nos decía:

-Prometo... prometo matarle. Le mataré.

Y resonaron en mi mente, sueños y pensamientos, al igual que la brutal cicatriz que recorría todo su ojo derecho hasta la comisura del labio, hasta que un día, había desaparecido sin dejar rastro.

Claire y el loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora