15. ESA INCONSTANCIA NO ES ALGO HEROICO

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Se me cierran los párpados solos.

Llevamos tres horas en la puerta del Hospital esperando que nos den alguna noticia de Mario. Hortensia está dentro con él y a nosotros no nos han dejado pasar.

Después de que Guillermo lo trajera, avisamos a mi tutora y esta rápidamente lo llevó al centro de salud de la aldea. Mi amigo no se veía nada bien, y aunque sus hermanos y yo habíamos intentado reanimarlo, ni siquiera era capaz de abrir sus ojos.

Me había asustado muchísimo. Primero porque no tenía ni idea de que le podía haber pasado y segundo porque tenía las mismas heridas que Eli, y eso no me gustaba para nada.

Estoy sentada en un banco junto a Marina, que mira a un punto fijo del suelo. Pablo está apoyado en la pared con sus manos en los bolsillos, Guillermo sentado con Ambas manos en su cabeza y Miguel va por el séptimo cigarro.

A pesar de haberme dicho eso de su hermano, había notado que se había preocupado bastante por él, y desde el principio había querido entrar con su madre, pero esta no lo había dejado.

Suspiro y me levanto cruzando mis brazos y mirando hacia la aldea, que se ve a lo lejos ya que el centro de salud se encuentra a las afueras. Está amaneciendo, y el frío es horrible. Ni el chaquetón de plumas de Javier, me lo quita.

Después de unos minutos, siento unas manos frotando mis brazos y giro mi cabeza para ver a Pablo, que me sonríe y abraza por atrás cuando ve que le devuelvo la sonrisa.

Estaba enfadada con él, pero ya se me ha pasado.

–¿Quieres un chocolate caliente? –pregunta.

Niego con la cabeza y suspiro, girándome hacia mi hermano y mirando sus ojos fijamente –¿Crees que estará bien? Tengo miedo de que le pase algo malo. No salen a decirnos nada.

–No le va a pasar nada, buhito. No creo que haya sido tan grave  –sonríe intentando tranquilizarme pero es inútil.

–No nos pueden tener aquí y así –susurro.

–Hortensia saldrá enseguida, tú no te preocupes.

Agacho la cabeza y mi hermano suspira porque sabe que es inútil intentar consolarme –Me da la sensación de que esto tiene que ver con lo que le pasó su Eli.

Pablo frunce el ceño –Paula, deja de especular y comerte la cabeza, es  peor. Esperemos a que Hortensia salga y nos cuente, por favor te lo pido.

Suspiro pesadamente y asiento, poniéndome a pensar en donde se ha podido meter Mario para llegar como ha llegado. En parte me siento culpable, porque quizás quiso desaparecer por lo que pasó con el "casi beso" Y se le acabó yendo de las manos.

Mi hermano me rodea con sus brazos y me permito disfrutar unos minutos de su abrazo con la cabeza apoyada en su pecho.

Los abrazos de Pablo siempre han sido mi debilidad.

Sentir que tienes a alguien con el que poder contar y saber que puedes confiar en esa persona ciegamente, te llena el alma y te hace sentir mucho más segura.

Abro los ojos aún pegada a mi hermano mayor y veo a Miguel, sentado y con su mirada puesta en nosotros. Está preocupado porque lo veo en sus ojos y ahora mismo seguro que está pensando en su hermana, porque alterna la mirada como si deseara hacer con Marina lo mismo que Pablo conmigo.

De repente las puertas del centro se abren y me despego de Pablo para correr hacia la entrada. Es mi tutora, y trae a su hijo pequeño en una silla de ruedas.

Esta nos sonríe pero Mario no parece del todo contento.

–¿Que ha pasado? ¿Que le han dicho? –pregunta Miguel.

El eje. Entre luz y oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora