31. LA ABUELA CARMEN

103 4 2
                                    

Mis ojos se pasean por los carteles de clase, la pizarra, a veces por la profesora y otras por chicos que se levantan a tirar cosas a la basura o pasearse de una mesa a otra.

—Paula —Marina llama mi atención con un susurro y la miro, esperando a que hable —¿Que te pasa?

Me encojo de hombros, sin moverme de la posición en la que estoy; mi mano sosteniendo mi barbilla y las piernas cruzadas.

—¿Por qué?

—Porque no estás pendiente a la clase.

Frunzo el ceño —¿Que te hace pensar eso? Si que lo estoy.

Mi mejor amiga aprieta sus labios y me mira, agarrando el sapo muerto en su mano y poniéndolo frente a mi cara.

Hago una mueca porque me parece asqueroso y parpadeo —¡Iug! ¿que haces?

—El sapo, Paula.

—¿¡Que maldita cosa pasa con el sapo!? —pregunto en un susurro.

Marina bufa, exasperada —¡Tienes que diseccionar la última parte del puto sapo y llevas un rato mirando a la pared! —gruñe —Nos van a suspender la actividad por tu culpa. Estate atenta mientras termino, para enterarte de cómo terminar la otra parte que te toca, bien.

Las mesas de alrededor nos miran porque mi amiga no es que haya dicho eso último muy bajo y me incorporo, suspirando pesadamente y sonriendo segundos después a la profesora, que nos ha mirado con desaprobación.

He hecho mi primera parte del ejercicio, ahora le tocaba a ella hacer la suya, y he aprovechado ese pequeño break para ponerme a observar cosas que no me recuerden a lo sucedido anoche.

No voy a hablar mucho más del tema, sobre todo porque quiero olvidar el hecho de que sentí cosas que no debí sentir, y además, no puedo pretender estar colgada todo el día cuando hoy me queda una jornada social dura por delante.

Primero acabar las clases, después conocer a Carmen, la abuela de mis amigos, y esta noche ir al hotel como sea, que me está torturando la idea de ir con mi otro problema, pero debo hacerlo por la chica que ha desaparecido y aún no han dado con su paradero.

Miro a Marina que sigue dándole vueltas al pobre animalito y nota mi mirada sobre ella, así que me imita, frunciendo el ceño.

—¿Tú estás completamente enamorada de mi hermano? —pregunto.

Mi amiga deja lo que hace y se sienta, cerciorándose de que la profesora sigue a lo suyo.

—No estaría con él si no. No me gusta perder el tiempo.

—¿Cuánto tiempo llevas enamorada de él?

Marina entre cierra sus ojos y frunce sus labios, haciéndome reír —Ha sido mi amor frustrado toda la vida. Lo consideraba un amor platónico, después crush, y ahora ha sido él, el que me ha desvirgado.

Abro mis ojos con sorpresa —¿Ya lo habéis hecho? —pregunto sorprendida —Eres menor de edad, y no lleváis nada de tiempo juntos.

Mi amiga ríe —Paula, somos pareja, nos queremos, queriendo los dos...

—¿Pero tú estabas completamente segura?

—Por supuesto —responde decidida —Además, es algo que surge y uno aprovecha.

No es un tema en el que me gustaría indagar, sobre todo porque para mí aún está bastante lejano, pero si quiero que me cuente su experiencia, cómo se sintió...

No quería llegar hasta este punto con la pregunta que le he hecho al principio, pero tampoco sé si realmente quería llegar a hablar de los sentimientos divididos.

El eje. Entre luz y oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora