Miguel.
Mi primer tatuaje me lo hice a los quince. Cumplía años ese mismo día y recuerdo que había discutido con mi madre porque ella no quería que llenara mi cuerpo de tinta.
Fue mi padre quien me dio el permiso y me acompañó a hacérmelo. Decía que eso no era nada malo y que si yo quería, adelante.
Ricardo siempre me había comprendido, me había ayudado y me había dejado la libertad que cualquier niño adolescente desea. Al contrario de Hortensia, que desde que murieron Carlos y Paula, se había vuelto una persona controladora y paranoica con la idea de que nos pasara algo.
No nos dejaba salir más de una hora. De casa al colegio y del Colegio a casa, "Miguel, tu vigilas y cuidas de todos tus hermanos", Los fin de semanas se sale hasta las ocho y nada de hablar con extraños... Me mataba, era horrible y eso solo traía discusiones y peleas cada dos por tres.
Recuerdo uno de nuestros peores enfrentamientos. Fue en casa. Yo había encerrado a Mario en la buhardilla porque había entrado en mi habitación y me había roto una de mis fotos favoritas.
Me había negado a abrirle, e incluso escondí la llave para que nadie la encontrara porque no quería ni siquiera verle la cara. Me sentía bien viendo a mi hermano sufrir. Nunca me había caído bien porque intentaba ocupar un lugar que no le correspondía, pero mi padre me dio la hostia de mi vida y tuve que ir en contra de mis pensamientos y devolver la maldita llave.
Lo único que tenía en común con mi madre, era el amor por el verano.
Que esa estación del año llegara solo significaba una cosa: Mürren, y con eso, Paula.
Rafael la traía a ella y a Pablo y pasábamos los tres meses más increíbles. Todos los años eran diferentes, pero nunca decepcionada. Mi mal humor se desvanecía y mi comportamiento siempre era el mejor.
Pablo había sido mi mejor amigo desde que tengo uso de razón, y su hermana... Su hermana simplemente había nacido para llenar mi vida de luz.
Ella es todo lo contrario a mí, pero cuando estamos juntos, es como si su pasividad me invadiera y todo dejara de ser tan oscuro.
Había sido mi compañera de viaje, mejor amiga y mejor confidente, hasta que un día al viejo se le cruzaron los cables y se la llevó para siempre, volviéndome una persona aún más fría, calculadora y oscura.
Fue entonces cuando todo se fue a la mierda en mi familia. Es como si ellos fueran la estabilidad de nuestras vidas y todo estuviera en equilibrio con su presencia.
Mis padres se divorciaron, y yo decidí marcharme con Ricardo porque la situación con mi madre era inaguantable e insostenible. Ella intentaba negarlo, pero era así.
Mi padre nos había asegurado que fue su culpa, que ella convenció al viejo de que alejara a Paula y Pablo para siempre de este lugar y abandonara a mi abuela, y yo eso no se lo perdonaré en la vida. Por mucho que ahora la haya traído de vuelta.
¿Que como me había sentido cuando me enteré que la princesa de ojos cafés estaba de nuevo en Murren? Raro, porque yo ya no era el mismo y ella mucho menos.
Aún así Paula seguía manteniendo la esencia, aunque yo no estaba conforme, porque pretendía que todo fuera igual.
La había odiado antes de saber que no recordaba nada y que nos había olvidado, porque pensaba que ella podría haberse puesto en contacto con nosotros y no hacerle caso a su abuelo, hasta que esta me contó y ahora sólo quería maldecir una y mil veces a Rafael por hacer lo que hizo.
Nadie me quita de la cabeza que él es el responsable de que mis mejores amigos no recuerden su pasado.
Paula se ha rajado toda la Palma de la mano y estamos en El Eje intentado curársela. A mi madre le había entrado un ataque de nervios al verme con ella en brazos, pero la chica de ojos cafés le había explicado como había sido todo y esta (aunque aún desconfiaba) se había relajado.
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El eje. Entre luz y oscuridad
Roman d'amourEra la única capaz de ver más allá de él, porque a pesar de tener los ojos más oscuros de El eje, con mi luz pude atravesar todo su interior, envolviéndome así en su oscuridad y destruyendo todo lo que se ponía a nuestro paso.