—¡Luna, sal! —grita Mike, dando golpes en la puerta del baño.
Creo que debo poner esto en contexto.
Hace un rato, Javier ha ido a mi casa, después de haber estado toda la noche con Helena y haber llegado a la conclusión de que su relación no daba para más. Después de varios gritos y explicaciones a Horte, que ni siquiera sabía que Luna había dormido con su hijo mayor, mi amiga ha cedido a hablar con Coco, gracias al poder de mi tutora.
La cosa no ha acabado muy bien. Entre reproches, insinuaciones e insultos varios, Luna ha decidido que no quiere tenerlo en su vida, haciendo a Coco enfadar bastante y echarle en cara lo que ella empezó con Mike mientras intentaban algo.
Javier después de todo, se ha marchado a casa de sus padres, y Luna ha venido dando gritos a la residencia y se ha encerrado en el baño a llorar como si no hubiera un mañana.
Todo esto nos lo ha contado Guille, al que no han dejado dormir por los gritos, y estamos aquí frente a la puerta del baño de la residencia, Él, Ojitos, Marina y yo, como zombies, porque a nosotras tampoco nos han dejado dormir.
Es todo un drama que podrían haberse ahorrado. Parece que no entienden que poner cuernos está mal. Aunque por otro lado los entiendo. No les dejaron ser, y había algo pendiente, por eso los recuerdos y sentimientos fuertes, afloraron de nuevo, acabando con la parte racional.
Un suspiro pesado sale de mis labios y cierro mis ojos. Luna no va a salir, por mucho que lo sigan Intentando. Estoy segura de que mi amiga esperará a que todos nos vayamos porque a veces solo necesita esto: Llorar a solas y nada de agobios.
Pero el hermano más mayor de los Nehom está preocupado y no quiere que la dejemos sola.
Marina se cruza de brazos —No va a salir, y yo tengo mucho sueño, Mike, así que vete a casa y cuando le de por relacionarse con el mundo, te avisamos.
Su hermano bufa exasperado y pasa una mano por su pelo. Está sin camiseta, con un pantalón gris de deporte, el pelo sin su usual kilo de gomina y con esa barba de tres días que está pidiendo a gritos que pase una mano por ella.
He pasado una noche de perros pensando en que estaría ocurriendo en esa habitación, y me había maldecido a mi misma por hacerlo, pero era inevitable. Encima el beso no ha parado de generarme cosas en la tripa que me hacían sonreír como una estúpida, contra la almohada.
—¿Por qué las tías soléis ser tan complicadas? —Guille está en el suelo, sin camiseta también y jugando con su móvil.
—Hay muchas razones —contesta Marina —Pero la principal es porque los tíos nos soléis joder.
Guille sonríe mientras niega con la cabeza y yo me acerco hasta la puerta, para dar dos golpes y así llamar la atención de mi amiga.
—Luna, tarde o temprano tendrás que salir, y quizás ahora te sentirías mucho mejor si en vez de encerrarte en tí misma, te desahogaras con nosotras.
Apoyo la frente sobre mi mano y espero, a ver si ha servido de algo y sale, pero nada, no se oye nada más que sollozos y aquí no hay mucha pinta de que vaya a salir.
Echo mi pelo hacia atrás y me dejo caer sobre la pared, al lado de Mike.
—¿Que habéis hablado? —le pregunto a este —¿Estaba muy mal?
Mike me observa y después de unos segundos, niega —No hablamos. Llegó a casa y cayó rendida.
Fiu
Eso me deja mucho más tranquila, y me odio porque debería de estar centrada en el bienestar de mi amiga, no en que ha hecho o que ha dejado de hacer con la persona que ayer me dio mi primer beso.
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El eje. Entre luz y oscuridad
RomanceEra la única capaz de ver más allá de él, porque a pesar de tener los ojos más oscuros de El eje, con mi luz pude atravesar todo su interior, envolviéndome así en su oscuridad y destruyendo todo lo que se ponía a nuestro paso.