21. LA CÁPSULA DEL TIEMPO (Parte 1)

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—No podemos contarle a Hortensia lo que ha pasado.

—¿Pero por qué? ¿Quien es esa mujer? —bufo desesperada porque odio que no me expliquen las cosas y cierro la puerta de entrada de El Eje.

Mario y yo hemos venido todo el camino discutiendo porque quiero saber de qué conocen a Ángela y que si es amiga de la familia, porque nunca me hablaron de ella, pero mi amigo se ha limitado a decir que no pregunte, que la olvide y que no se me ocurra mencionarla delante de Horte. Eso último lo veo bien, pero que no me explique quien es esa mujer, me frustra, y Paula Vico frustrada no es plato de buen gusto para nadie.

Cruzo mis brazos por encima de mi pecho y voy pasillo adelante porque Hortensia ha pedido verme para no se qué, aunque yo ahora mismo solo quiero ir a mi habitación y desahogarme con las chicas hasta que se me canse la lengua de hablar.

—Estoy cansada de todo esto —digo.

—¿A que te refieres? —pregunta Mario extrañado.

Lo miro sin dejar de caminar y observo sus preciosos ojos verdes, que me miran extrañados y esperando a que hable —Cansada de que me oculteis cosas ¿Así como Diablos me voy a acordar de todo eso de lo que no me acuerdo? —bufo.

—De Ángela mejor que ni te acuerdes, Princesa, hazme caso.

Un suspiro pesado sale de mis labios y freno, haciendo frenar a Mario que me mira impasible.

—Pensarás que estoy loca, pero me ha dado escalofríos.

Mario sonríe y levanto una ceja porque los Nehom tienen la sonrisa más bonita del planeta.

—Pensaría que estás loca si no te diera escalofríos –suspira —Es una mala arpía de cuidado.

Muerdo mi labio deseando saber por qué pero decido callarme porque no quiero seguir siendo pesada, así que me pongo en marcha de nuevo con esa mala áurea y pesar que tengo, y Mario pasa un brazo por mis hombros mientras se ríe abiertamente de mi enfado.

Sé que soy intensa y extremista, pero aquí me llevan al límite porque hacen conmigo todo eso que odio. Como ocultarme cosas, por ejemplo.

Cuando llegamos, la puerta del despacho está abierta así que no tengo reparo en entrar, pero freno en seco al ver la cabellera rubia de Guillermo que está apoyado en la librería de Horte y hablando animadamente con su madre.

Respiro hondo y agacho la mirada cuando sus ojos azules me hacen un repaso más que descarado. Es con el que menos trato tengo, porque a parte de que asoma muy poco por aquí, no tengo los mejores recuerdos de él a pesar de que no fue mala persona conmigo.

Supongo que me quedó un pequeño trauma desde entonces.

Levanto la mirada de nuevo y veo como el hijo mediano de Horte se acerca a su hermano pequeño y lo abraza sin decir una palabra. Mario le corresponde, pero aún en su asombro.

Tengo constancia de que entre ellos hay buena relación, que el mal rollo solo lo tienen Mario y Miguel por una razón desconocida, pero aún así supongo que después de todo lo que ha pasado en esta familia, debe ser chocante estas muestras de cariño tan repentinas por parte de los chicos que hacía meses, iban en contra de todo lo que había construido su madre con tanto esfuerzo.

Los hermanos Nehom comienzan a hablar y miro a Horte —Aquí me tienes —digo llamando su atención.

Mi tutora me mira y sonríe, acercándose a mí —Tengo noticias para tí que creo que pueden  interesarte.

Frunzo mi ceño y los dos chicos que están a mi lado, me miran —¿Tiene que ver con Miguel? ¿Han descubierto algo?

Guillermo ríe —No sabía que mi hermano te preocupara tanto, Paula —sus palabras desprenden ironía.

El eje. Entre luz y oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora