Explosión

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Kageyama no puede evitar pensar en lo hermosa que es la respiración acompasada del pelirrojo frente a él. Ha sido capaz de presenciarla en más de un par de ocasiones y aún así lo encandila como las musas a les artistas. Pensar que podría sentirse perdido hasta los huesos por un revoltoso chico.

Su rostro durmiente no tiene nada que ver con su expresión habitual. Porque no hay sonrisa desbordante energía. Sólo hay una expresión calma. Han sido tantas veces las que ya pudo apreciar esta faceta, cuando ellos se acompañaban a estar solos en la casa de Kageyama. Ahora esos días se sienten tan lejanos.  

Quisiera poder mirarlo un poco más de esa forma, sin embargo los chicos están bajando las cosas y no es justo que el joven durmiente no haga nada. Le mueve el hombro con la fuerza suficiente que lo regrese al mundos de los mortales. Tiene que hacerlo varias veces porque al parecer tiene el sueño pesado. Poco a poco las pestañas comienzan a batirse, con ritmo y un poco de confusión. Lo mira moverse, como un gusano en el anzuelo. Compone su gesto porque no desea que Hinata vea su cara de tonto enamorado que le provoca. 

—Por fin despiertas, por un segundo creí que estabas muerto—bromea Kageyama.

—¿Dónde están los demás?—evade sin pena su mala broma, mirando vacío a su alrededor.

—Bajan las cosas, más vale que te des prisa.

—Entendido—responde indiferente, mientras buscaba acomodar sus pertenencias para bajar.

Kageyama detuvo sus acciones y lo obligó a mirarlo a los ojos.

—Más tarde hablaremos de lo que te sucede.

Ni por un instante Hinata abandona su cara seria. Enfrenta con la misma intensidad la mirada de su entrenador. 

—¿Qué pasó con las reglas?—se refirió a lo de no estar juntos. 

Kageyama alzó los hombros y dijo: 

—Ya sabes lo que dicen, quien hace la ley...

Lo conveniente de esas palabras hacen que el humor de Hinata empeore, pero antes de que se le ocurra algo Kageyama ya está dos pasos lejos de él.

... 

Entran a las instalaciones que van a acogerlos todo el fin de semana. Hay demasiada diferencia entre este  lugar y el gimnasio de Karasuno. No es de extrañar ya que Nekoma está en el urbanizado Tokio, las instalaciones de alguna forma más sofisticadas y mucho más espaciosas. Al parecer el espacio pertenece a dos clubes.  Muy diferente al suyo, en casa deben de compartir con toda la escuela y eso es realmente agotador a la hora de tener que apartar un gran espacio para entrenar. Kageyama no es el único en notar las diferencias, los chicos inmediatamente comienzan a mirar su alrededor con la cara maravillada. Al parecer están encantados de estar ahí.

A lo lejos ve acercarse a un grupo, un señor de edad avanzada con otro que estará en sus treintas. El primero en presentarse es el entrenador principal de su equipo anfitrión, Nekomata, un hombre que a pesar de su edad avanzada ha llevado al Nekoma a ser uno de los equipos más fuertes de Tokio. Atrás está una fila bien ordenada de chicos que al igual que los suyos rondan los 15 has los 18 años. Todos sin excepción destacan, unos por sus alturas y otros más por sus increíbles cortes de pelo. "Niños de ciudad" los describe perfectamente. A su lado, Tanaka y su líbero están bien, tranquilos y presentables.

Hablando de peinados alocados, uno de cara medio tapada da un paso al frente y se identifica como su capitán. Como gesto de buena voluntad Sawamura le estrecha la mano y después de ello todos su chicos están inclinándose para agradecer la oportunidad de estar ahí. Los guía con paciencia, diciendo las ubicaciones del dormitorio, las canchas, el comedor y los baños. 

SonWhere stories live. Discover now