32.

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Al día siguiente, Yuta se pasó toda la mañana ocupado en su entrenamiento, pues esa misma tarde tenía un partido muy importante. Claro que había invitado a ___. Necesitaba a alguien que lo alentara a dar lo mejor de sí y no había persona más indicada que ella. Lastimosamente, el resto de los chicos no podría asistir al tener una agenda muy ocupada.

Yuta debía salir una hora antes de que el partido diera comienzo, por lo que ambos estuvieron listos en el tiempo debido.

Salieron de sus habitaciones al mismo tiempo. Yuta se aseguraba de que su uniforme luciera impecable y para cuando se percató de la presencia de la chica frente a él, se quedó estático por unos segundos, recorriéndola de arriba hacia abajo con la mirada. La castaña sonrió nerviosa.

Lucía tan bonita ante sus ojos, aún cuando conservaba su sencillez para vestir. Llevaba unos simples jeans combinados con sus tenis blancos y una camiseta del equipo que él mismo le había dado. Se encogió cuando Hiromi lavó su ropa y, por ende, ya no le quedaba pero a ella se le veía perfecta. La camiseta portaba el logo del equipo en el lado izquierdo del pecho y detrás de esta traía el apellido del japonés.

—Qué linda. —sonrió encantado.

Ciertamente, tenía un tipo de debilidad hacia las chicas que preferían un estilo casual y conservado a uno extravagante y revelador. La castaña volvió a sonreír tímidamente.

—Gracias. Tú te ves muy atractivo con tu uniforme de soccer.

—Me gusta tu camisa —comentó divertido—. Así todos sabrán que vas apoyando al mejor.

—Sí, estoy segura de que lo harás genial —sonrió amplia e igual de emocionada que él—. ¿Nos vamos ya?

—Claro, sólo tomaré las llaves de mi carro. Tú ve saliendo.

La castaña obedeció y salió de casa para esperarlo junto al auto. Yuta apareció segundos después y, tan atento cómo siempre, abrió la puerta para que ella entrara y la aseguró bien. La chica sólo rió silenciosamente y le agradeció en voz baja. Esa era una pequeña acción que él jamás olvidaba hacer pero que le encantaba.

Nakamoto subió y emprendió camino al campo, que realmente no estaba tan lejos y entonces llegaron en menos de lo que pensaron.

—No quiero dejarte sola, pero debo reunirme con el equipo. 

—Estaré bien. No te preocupes.

—Bien, no te busques un lugar tan lejos, yo... —el japonés dirigió su vista al frente y notó la presencia de uno de sus amigos— Oh, Johnny. (Oh daddy (͡° ͜ʖ ͡°) okno, continúen su lectura xd)

—Hola, Johnny.

La castaña lo saludó alegremente.

—Hola, chicos.

En ese momento, el entrenador dejó sonar su silbato, llamando a los jugadores de su equipo para tener una última charla.

—Debo irme, chicos. Nos vemos luego, preciosa.

Rápidamente depositó un beso sobre su frente y salió corriendo, dejando a la castaña con un leve sonrojo bajo la mirada y sonrisa juguetona de Johnny.

—Pensé que no vendrían. —se apuró a decir antes de que el estadounidense comentara algo y la pusiera en más vergüenza.

—Pues, el resto de los chicos están ocupados... Bueno, Mark y Sicheng sí podían venir y a la vez no.

—¿Eh? —le miró confundida mientras comenzaban a caminar para tomar asiento en el graderío, procurando no irse tan arriba.

—Verás, por más que quieran venir, no pueden porque en el último partido se pusieron a gritar cómo locos, irritando a las personas que estaban a su alrededor. Luego un jugador le cometió una falta a Yuta y comenzaron a gritarle cosas. Desde entonces, les prohibieron el paso en los próximos dos partidos.

Healing Smile ; Nakamoto YutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora