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—Te gustan los tulipanes, eeh. Aquí tengo semillas. ¿Quieres sembrarlas tú? —extendió la bolsita y ella asintió tomándola con entusiasmo.

—¿Me enseña cómo hacerlo? No tengo la menor idea. —sonrió con una chispa de pena mientras se colocaba sus guantes desechables.

—Por supuesto. Tengo el terreno muy preparado así que no será difícil.  Primero haz un pequeño hoyo en la tierra, luego llénalo de sustrato, humedece la tierra e introduce la semilla, la cubres y la riegas. Fácil.

La joven asintió y siguió las instrucciones de la mujer al pie de la letra. Echó una capa de tierra sobre la semilla y finalizó rociándole un poco de agua. Continuaron con la siembra mientras establecían un conversación de por medio. Le sorprendió ver lo cómodo y fácil que era mantener una conversación con la mamá de Yuta.

—No quiero sonar entrometida, puedes no contestar si así lo deseas, pero Yuta me contó que tu mamá falleció.

Ah, claro que no podría faltar ese detalle. Honestamente no le molestó el que Yuta lo haya hecho.

—... Sí, la perdí en un accidente aéreo. —musitó sin levantar la mirada.

—¿Y tienes una hermanita, no? —la menor asintió— Debe ser muy duro, pero eres bastante fuerte. Estoy segura que tu mamá se siente muy orgullosa de ti.

—También lo creo así. —sonrió abiertamente.

—¿Qué hay de tu papá?

Su sonrisa se desvaneció de a poco y su cuerpo se congeló por unos segundos. No podía ser posible que Yuta también le haya contado eso. Ahí la historia sería diferente y claro que le incomodaría, entonces se tomó un pequeño riesgo y mintió.

—... Jamás lo conocí. Se separó de mamá durante su embarazo y nunca apareció.

—Ya veo. Mejor que sea así. Muchos hombres se alejan de su pareja cuando se enteran de que tendrán un hijo y años más tarde regresan con la excusa de querer conocerlos.

—Lo sé, es un desgraciado. —rió y la mujer le imitó.

Afortunadamente, la señora Nakamoto no tenía ni la menor idea de la verdad y eso alivió a la castaña.

—Mira que la manera en la que Yuta se expresa de ti me hizo darme cuenta de lo feliz que lo haces y quiero decirte que siempre serás más que bienvenida en nuestra familia.

—Muchísimas gracias. No sabe cuánto me alegra escuchar eso. Significa mucho para mí.

—No es nada, cariño. No le digas que te conté esto, pero cuando te venía conociendo me confesó que...

—¡Mamá! —Yuta apareció detrás de ellas, comiendo un pedazo de sandía y vistiendo diferente— ¿Ya casi terminan?

—Ya casi. ¿Por qué?

—¿Me prestas a mi novia? Recuerda que prometí llevarla a conocer el lugar.

—Oh, por supuesto. Ve linda; yo me encargo del resto que ya no es mucho.

La menor asintió y se adentró a la casa para tomar una ducha y vestirse apropiadamente.

Recordó que Hiromi le obsequió un vestido lindo y casual que era perfecto para la ocasión, especialmente para una estación tan calurosa, y no dudó en colocárselo. Este le llegaba a las rodillas y cubría sus brazos hasta los codos, lo que era muy conveniente porque así no serían visibles sus pequeñas marcas que lastimosamente no querían borrarse.

Recogió un par de mechones frontales de su cabello y los ató en una pequeña coleta trasera, dejando el resto suelto. Por último, se colocó sus zapatillas.

Healing Smile ; Nakamoto YutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora