29.

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Después de su mutua declaración, las cosas iban de maravilla entre ellos. Desde sutiles roces, caricias y miradas tímidas hasta sonrisas juguetonas, besitos inocentes y mejillas sonrojadas.

Ese día en su trabajo, ella andaba más feliz que nunca y fue algo que su compañera no pasó por alto.

—Sigo creyendo que tú sales con alguien —Hyejin la miró con suspicacia—. Actúas tan diferente ahora.

La castaña rió silenciosamente y se recargó sobre la barra para mirar a su compañera.

—¿Recuerdas a...

—¿Yuta, el chico lindo que siempre viene por ti? Claro que sí. —completó con rapidez y emoción. La otra rió.

—Sí, él. Pues... resulta que... le gusto. —susurró. Hyejin se quedó en silencio por unos segundos, analizando sus palabras hasta caer en cuenta.

—... ¡No! ¡¿De verdad?! —le miró emocionada y la otra asintió— Era obvio. ¿Y qué le dijiste?

—Que él también me gusta. —se encogió de hombros con timidez.

—Ay, mírate. Hasta te pones cómo un tomatito. —apretó una de sus mejillas mientras reía.

Ella llevó sus manos hasta su rostro y lo tanteó suavemente; en efecto, pudo sentir un leve calor en él. Negó con una sonrisa y antes de poder decir algo, un cliente al que recién le había entregado su orden, le llamó.

—Hablamos luego.

—Claro, me tienes que contar todo con más detalle. —su compañera la señaló con el dedo índice.

(...)

Su turno estaba por acabar. La castaña se encargaba de servir una orden cuando, instintivamente, levantó la mirada y a través del ventanal vio a aquella persona que realmente no esperaba encontrarse tan pronto; su papá.

El hombre se veía desorientado, o más bien, cómo si buscase a alguien. La chica dejó su orden y miró a una de sus compañeras que estaba a su lado.

—Sunha, ¿me podrías ayudar a servir esta orden, por favor? Es para la mesa tres.

La chica sonrió y accedió sin preguntar un porqué.

La castaña le devolvió la sonrisa como muestra de agradecimiento y caminó rápidamente hasta el baño.

Estaba un tanto confundida e incluso nerviosa. ¿Qué hacía allí? Él no sabía que ese era su lugar de trabajo. ¿Acaso la estaba buscando a ella? Era lo más razonable, pues literalmente desapareció de su casa junto a su hermanita sin que el hombre se diera cuenta.

Sinceramente, eso era lo que más temía: que su papá se diera cuenta de que vivía con Yuta y que quisiera hacerle daño por haberse llevado a su fuente de dinero ocasional, o sea, cuándo él no tenía.

Suspiró bruscamente y se recargó contra la pared. Trataría de evitarlo a como dé lugar y el día en que se lo topara, escaparía cómo siempre debió hacerlo. No permitiría que Yuta saliera lastimado por el mal nacido de su padre.

Luego de unos minutos, salió del baño y muy cuidadosamente se fijó si el hombre ya se había ido. Para su suerte, ya no estaba.

Los minutos restantes pasaron volando y pronto ya se encontraba saliendo de su trabajo. Caminaba con mucha prisa y cautela, lo que menos quería era encontráselo allí mismo.

Afortunadamente, pudo llegar a la escuela de Liah sin ningún problema. Recogió a la pequeña y juntas caminaron hasta la parada del autobús para subir a este y así regresar a casa.

Healing Smile ; Nakamoto YutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora