33.

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Ambos llegaron a casa aún siendo envueltos por ese incómodo silencio. Nakamoto mostraba una expresión seria mientras que ella sentía su corazón pesado. ¿De verdad Yuta se había enojado por eso?

«No demuestres que eres débil. Por esa razón tu papá...» ¿Mi papá qué? ¿Me ha agredido?

La chica suspiró con tristeza y sacudió la cabeza. No quería que él estuviera molesto. Después de todo él tenía razón; aún cuando ella intentaba dar lucha, su papá terminaba ganando y recordándole lo débil y vulnerable que era.

Yuta estaba encerrado en su habitación, por lo que ella decidió asegurarse de que no estuviera tan enfadado y se encaminó a su puerta. Dio dos suaves toques y después de escuchar un "adelante" por parte de Yuta, se dejó ver.

—Ehm... Yuta, yo me preguntaba si tienes hambre.

—Estoy bien, gracias. —respondió sin mirarla y con un tono ligeramente áspero. La chica sólo asintió despacio y retrocedió un poco.

—Bueno, si quieres algo, no dudes en decírmelo.

Fue lo último que dijo para luego cerrar la puerta y regresar a su habitación.

Tomó su celular y marcó al número de Hiromi para preguntarle cómo se encontraba Liah y se quedó conversando con ella por un buen rato. Para el momento en el que finalizó la llamada, ya había anochecido pero Yuta aún no abandonaba su habitación.

Cuando se hizo más tarde, se resignó a dejar las cosas así. Al día siguiente intentaría hablar con él y disculparse por ser tan indefensa. Después de darse un baño y reemplazar su ropa casual por su pijama, se metió a la cama y cerró sus ojos sin tardar mucho en caer dormida.

(...)

Eran pasadas las doce de la madrugada y un par de toques sobre su puerta irrumpieron en su sueño. Se reincorporó sobre la cama de forma perezosa y frotó sus ojos para poder abrirlos con más facilidad.

Recordó que Yuta y ella eran los únicos en casa, así que era muy probable que fuese el japonés quien tocaba. Pensó que tal vez le había ocurrido algo, por lo que se apresuró a salir de su cama y abrir. Al hacerlo, miró al japonés por unos segundos, quien tenía una chispa de timidez en su semblante.

—Yuta, ¿qué ocurre? ¿Estás bien? —entonó confundida al verlo en perfectas condiciones. No era una emergencia cómo ella creyó.

—Bueno —susurró avergonzado—, pasa que me quedé hablando hasta tarde con los chicos y enviaron un par de vídeos de terror... y ahora no puedo dejar de escuchar ruidos en mi habitación y dormir en paz. —esto último lo soltó con rapidez y más avergonzado que nunca.

—Oh... —la castaña rió bajo, pero en segundos comprendió lo que Yuta quería y su risa cesó de inmediato— Entonces, ¿tú... quieres quedarte conmigo?

—Sólo si tú quieres. Puedes decirme que no sin problema, yo sólo regresaré a mi habitación e intentaré...

Ella lo interrumpió.

—No, no, está bien. Supongo que comprendo tu miedo. —sonrió nerviosa y se movió a un lado para dejarlo pasar.

Yuta se quedó de pie frente a la cama sintiéndose nervioso, un poco menos nervioso que ella, pero lo estaba. Genial, fue tu plan y ni siquiera puedes actuar con seguridad, Yuta; se regañó a sí mismo.

La chica se recostó al otro extremo y tanteó el espacio libre de la cama, indicándole que ese era el lugar para él. Yuta se acomodó lentamente y enseguida sintió cómo la chica le compartía parte de su sábana.

Healing Smile ; Nakamoto YutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora