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—¡Niñas! —saludó Yuta en cuanto llegó a casa.

Había sido un buen día en el trabajo y se encontraba de muy buen humor, más de lo usual.

—¡Hola, Yuta! —Liah corrió emocionada hasta él y lo abrazó por las piernas.

—¿Cómo estás, hermosa? —sonrió acariciando su cabello— ¿Ya comieron?

—Te estábamos esperando —respondió la mayor—. ¿Nos acompañas?

—Con gusto —asintió sin dudarlo. La más pequeña corrió al comedor y Yuta dirigió su atención a la castaña; se le acercó y besó su mejilla—. ¿Tú cómo estás?

—Bien —forzó una sonrisa, algo que Yuta notó y se quedó mirándola por unos segundos—. ¿Vamos a comer ya?

—Sí, sólo voy a cambiar mi ropa.

—Bien, entonces iré colocando la comida en la mesa.

La chica se giró y entró a la cocina mientras Yuta fue a su habitación para colocarse ropa más cómoda. Unos minutos después, regresó con el par de hermanas, quienes ya estaban sentadas en el comedor.

—Todo se ve delicioso —comentó, echando un vistazo al estofado y lo demás allí—. ¿A quién se le antojó esto?

—A mí. —respondió Liah, muy risueña.

—Qué buen gusto tienes, linda —le miró enternecido—. Bueno, ¿comemos ya?

Los tres tomaron sus respectivos platos y comenzaron a servirse, la más pequeña con la ayuda de su hermana mayor, claro. Mientras comían, conversaban sobre lo que fuera, aunque Yuta notó algo extraño y es que la mayor se mantenía más callada de lo usual esa tarde.

Tenía muy claro que su hermanita era más suelta en ese aspecto, pero parecía que había algo agobiándola y quizás esa era la razón de su extraño silencio. No obstante, Yuta dedujo que era debido a lo de su madre y se abstuvo a preguntar.

—Niñas, ¿les parece si vamos al parque luego de comer? —sugirió él.

Pensó que sería buena idea, ya que eso podría ayudarla a despejar su mente y mantenerla ocupada en otra cosa que no la entristeciera.

—¡Sí! Yo quiero ir. —Liah fue la primera en aceptar y junto a Yuta, voltearon hacia la mayor.

—Me parece buena idea. —sonrió a medias.

Después de comer y cada quien limpiar su plato, se alistaron para salir. Ella realmente no se sentía con los ánimos de ir, pero accedió para no levantar sospechas sobre su inquietud y así evitar que Yuta se preocupara.

Liah daba pequeños saltitos mientras caminaba de la mano de Yuta, quien aún seguía extrañado ante el comportamiento de la chica. A pesar de esforzarse mucho por no ser obvia, él pudo intuir que algo le aturdía.

—¿Vienes a jugar conmigo, Yuta? —preguntó la niña una vez que estuvieron en el lugar.

—Te alcanzo luego. Tú adelántate. —le sonrió.

—De acuerdo.

—¡Con cuidado, Liah! —le advirtió su hermana antes de que se marchara.

La pequeña asintió en respuesta y seguidamente corrió al área de los columpios.

Un pequeño silencio se hizo espacio entre ellos, algo que no le incomodaba mucho a ella, pues no estaba del todo alerta por estar perdida en sus pensamientos. En cambio a Yuta, aquello sólo se le hacía más intrigante.

—Y bien... —habló finalmente él—... ¿Me vas a decir qué te pasa?

—¿Ah? —ella le miró un tanto desorientada para después caer en cuenta— Aah... yo... estoy bien. Es sólo que aún me siento un poco mal con respecto a lo de hace días. —mintió para después reír con nerviosismo.

Healing Smile ; Nakamoto YutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora