19.

2.4K 290 42
                                    

El café lucía cómo nuevo. No sólo le habían hecho una limpieza, sino que se habían encargado de darle unos retoques para que se viera mucho mejor. Ese día hubo mucha clientela, aún así, la castaña no se sentía muy cansada. Incluso la señora Choi había llegado ese día para asegurarse de que todo anduviera perfecto.

—Mi niña linda, ¿cómo has estado? —saludó a la castaña—. ¿Cómo está Liah?

—Estamos muy bien, gracias —sonrió amablemente—. ¿Usted?

—Yo estoy súper feliz. Mi local luce cómo nuevo, ¿no crees?

—Se ve muy bonito. —asintió aún sonriente.

—Eh, linda, hace días quería decirte esto. Aprovecho antes de que te vayas. —la tomó por la mano, llevándosela a un lugar más privado y la chica sólo se dejó guiar.

—¿Qué pasa? ¿Está todo en orden?

—Sí, sí, no te preocupes —la señora chasqueó la lengua e hizo un ademán desdeñoso—. Es sólo que hace días te noto cansada.

—¿Cansada? —frunció levemente el ceño— Yo me siento muy bien.

—Me refiero a que encargarte de tu hermana y trabajar al mismo tiempo no ha de ser fácil. Te entiendo y creo que necesitas descansar un poco más.

—Pero me encuentro perfectamente bien, señora Choi.

—Dices eso, pero demuestras otra cosa. No estoy diciendo que haces mal tu trabajo, al contrario, aprecio mucho tu esfuerzo, pero he llegado a pensar en que sería mejor si te tomas el fin de semana completo de ahora en adelante.

—Oh no, no, estoy bien así. Me conviene trabajar más, así mi paga no baja.

—¿Y quién ha dicho que bajaré tu paga? —musitó— No pienso hacerlo, mi niña. Seguirás obteniendo tu pago regular pero, eso sí, este será nuestro pequeño secreto.

—Realmente no tiene que...

—Ah-ah, no voy a aceptar un no. Hazlo por tu bien y por el de Liah. La pobrecita no tiene porqué estar aquí un día entero cuando podría estar disfrutando de su fin de semana.

La chica suspiró.

—Está bien. Muchas gracias por su comprensión y ayuda, señora Choi. De verdad se lo agradezco mucho.

—No es nada, linda. Eres una muchachita muy trabajadora y admiro tu esfuerzo e ímpetu. —tanteó cariñosamente su mejilla.

(...)

Las chicas hacían su camino de regreso a casa. La pequeña daba pequeños saltitos y hablaba sobre cómo fue su día, mientras la mayor cargaba un sentimiento extraño que la estaba molestando desde la tarde.

Antes de llegar a casa, habían decidido pasa por un local para comer estofado de res, procurando acabar lo antes posible, ya que, además de no querer toparse con su papá, habían pronosticado una lluvia para las seis. Así que después de comer, reanudaron su camino a casa a paso rápido.

—Liah, cuando lleguemos a casa, quiero que te vayas a la habitación y te encierres, ¿entendido? No importa si papá está o no. Vas y te encierras.

La menor asintió obediente.

No se lo decía por nada; aquel mal presentimiento seguía presente y no estaba de más ser precavida. Ingresaron seguras a su habitación y estuvieron tranquilas por un par de horas, pero cuando llegó la hora de dormir, mientras se preparaban para meterse a la cama, la mayor escuchó a su papá llamarla desde la sala.

—Quédate aquí. No salgas. —le ordenó a Liah y la pequeña asintió.

La castaña se dirigió a paso rápido a la sala. Hubiera preferido simplemente ignorarlo y no ir, pero sería peor. Al estar allí, se quedó de pie a unos metros de distancia del hombre, quien también estaba de pie y mirándola fijamente.

Healing Smile ; Nakamoto YutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora