Por Yannel

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Narra Yannel:

Estuve evadiendo cualquier pregunta de mis hermanas acerca de Alex, más que nada porque no quería llegar a la más preocupante de todos ¿Dónde se conocieron?, eso sí era cruzar los limites totalmente. Aunque la finalidad de todo esto era que me dejaran de molestar con su salida de antro "en parejas", ahora me molestaban en cuanto a Alex, salí de una para meterme en otra. Pero ahora estaba metida en un centro comercial comprando mucha ropa junto a Karla, bueno no mucha ropa solo llevamos 5 cambios cada una.

―Espera. ―Dijo Karla de repente agarrando del brazo para detenerme.

―¿Qué pasa?

―Vamos a esta tienda. ―dijo jalándome hacia la tienda.

―No puede ser... ―Dije cuando me di cuenta en qué tipo de tienda habíamos entrado.

―Ya tenía rato queriendo comprar nuevos baby dolls. ―Me crece de brazos mirando como Karla miraba a los baby dolos con detenimiento, hasta que me volteo a ver. ―¿no vas a mirar unos?. ―Me preguntó.

―Solo mirare la ropa interior. ―Dije acercándome a la ropa interior que estaba colgada a lado derecho de mí.

―¿Cómo?, ¿no quieres comprar unos para tus noches pasión?, a los hombres les encanta.

―No..., yo no me pondría eso porque yo no estoy para complacer a nadie, es a mí a la que tiene que complacer.

―Ay Yannel ya déjate de tus tonterías que esto no tiene nada que ver con el amor, bueno si un poco, no hay nada mejor que ver como el hombre que amas te mira con tanto deseo y le guste tu baby dollo.

―Solo ropa interior sexy uso yo Karla. Tú sigue con lo tuyo. ―Mire como Karla rodo sus ojos.

―¿El rojo o el negro?

―Negro.

―El rojo es pasión Yannel, no te dejes llevar solo por el color fíjate en el estilo.

―Pero si tú mima me preguntaste por el color.

―Si pero viniendo de ti espera más, que me dijeras algo como "el negro pero el rojo tiene más estilo por sus figuras y su buen escote. ―Ahora fui yo la que rodo los ojos y seguí escogiendo ropa interior, cuando terminamos llegue a mi casa muy cansada, le mande un mensaje a Alex que mañana se trajera otro cambio porque iríamos a comer a un lugar al día siguiente del que no íbamos a ver. Ya solo faltaba una semana para regresar a clases, los días estaban pasando muy rápido, hoy era miércoles y estaba esperando a Alex a fuera de su trabajo, después de diez minutos él salió, subió a mi camioneta, dejo una mochila debajo de sus pies, supongo que era su ropa de cambio para mañana me saludo de beso y se puso el cinturón de seguridad.

―¿Llevas mucho esperándome?. ―Me preguntó mirando su reloj de mano.

―Solo diez minutos.

―Lo siento peo tuve que dejar algunas instrucciones antes de salir.

―No te preocupes está bien. ¿Desde cuándo te gustan los relojes? ―Pregunte mirándolo de reojo porque ya iba conduciendo, Alex me miro después a su reloj y sonrió.

―Desde que me di cuenta que el tiempo es valioso.

―Eso ya lo sé. Pero enserio ¿por qué? ―Alex volvió a sonreír.

―Son elegantes y porque me gusta llevar el control del tiempo, así evito ser impuntual, si te organizas bien con él puedes llegar puedes lograr muchas cosas en poco tiempo.

―¿Lo de la impuntualidad fue una indirecta para mí? ―Nos volteamos a ver y nos reímos.

―No, ya te había dicho que a las mujeres hay que darles su tiempo para que se pongan hermosas, aunque tú no necesitas de eso, te ves hermosa con o sin maquillaje. ―Le sonreí y seguí el camino para mi casa, al llegar nos deshicimos de nuestra ropa, Alex me cargo y me llego a mi recamara, una vez allí lo único que se escuchaba eran rudos de placer que duraron un buen tiempo, hasta que baje arriba de Alex y mientras recuperábamos el aliento escuchamos un pájaro cantar, nos miramos y nos soltamos riendo. ―Lo bueno es que gracias a su canto no nos escucharon tus vecinos. ―Dijo Alex entre risa, negué con la cabeza.

Nuestra Experiencia "Tercer Libro"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora