Capítulo 17

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Los jóvenes asustados decidieron quedarse cerca del pueblo para descansar y desayunar. Estaban todos muy alterados y aterrados. No paraban de pensar que ellos podrían ser los siguientes en la lista de la muerte. Tratando de calmarse y de sacarse esa idea de la cabeza, se sentaron en el suelo seco formando un círculo y se dispusieron a hidratarse.

- ¿Querés más agua? - le preguntó Manuel a Mili.

-Tranquilo, estoy bien - aseguró ella.

-Saben...- empezó a hablar Alexa.  -Valentín y yo tenemos que resolver unos asuntos. Vamos a buscar las flechas que quedaron en las cabezas de los zombis. Si no hacemos eso no tendremos con qué defendernos para la próxima- nadie contestó. Estaban muy metidos en sus pensamientos.

Camile había comenzado a llorar y se había apoyado en Iñaki. Mili solo miraba su lata de comida. Manuel le preguntaba constantemente si necesitaba tomar más agua para mantenerse hidratada y fuerte. Y Lucía solo mantenía su cabeza gacha.

Los dos compañeros se pusieron sus mochilas, Valentín tomó su machete y Alexa sacó una de sus catanas. Emprendieron su camino al pueblo, sin embargo, deberían caminar unos 15 minutos para llegar y otros 15 para llegar a las casas donde ellos se habían refugiado. Para evitar el silencio incómodo Valentín decidió hablar por lo bajo.

- Alex ¿Por qué me elegiste a mí? Sigo rengueando, no soy tan útil-

-Porque fuiste sicario, si encontramos el cuerpo de Marian vas a tener estómago para verlo. -él sonrió con esa respuesta - Además de que si morís no me afectaría en lo más mínimo al igual que al resto del grupo-

Con esa acotación, Valentín decidió no volver a pronunciar palabra alguna, cosa que Alexa agradeció profundamente.

Al llegar al lugar del enfrentamiento se veía como un verdadero campo de guerra. Había zombis muertos por todas partes, flechas y marcas de balas por donde quisieran mirar. Empezaron a recolectar las flechas sacándolas de las cabezas de los zombis y colocándolas en sus mochilas. Fueron muy cuidadosos de no hacer ruido para evitarse problemas. Mientras más se acercaban a la casa donde estaba Marian, se encontraban con más zombis caminando lentamente, prestando atención de si escuchaban ruido.

Alexa tomó a Valentín y lo llevó a la siguiente casa de dos pisos que parecía medianamente estable. Se dirigieron al piso de arriba para evitar que los zombis los escucharan.

-Bien- susurró ella - necesito que saquen una de tus latas y la largues lo más lejos posible, de esa forma podríamos llegar hasta el cuerpo de Marian y tomar su mochila. Ahí hay provisiones y armas. Las necesitamos-

-Por eso me trajiste ¿no? Porque soy la única persona que te ayudaría a profanar un cadáver-

-No, porque sé que no te quejarías al hacerlo.-

-Creo que convendría que le clavemos una flecha a una lata y de ahí la tiremos lejos.-

-No. La lata al clavarle una flecha hará mucho ruido. Pero de todos modos podemos colocar dos latas, una arriba de de la otra y luego le disparo una flecha.-

No dudaron en poner en marcha el plan. Valentín sacó sus latas vacías de su mochila y las llevó lo más lejos que pudo. Volvió rápidamente al lado de Alexa, quien al verlo llegar largó una flecha derribándolas y provocando suficiente ruido como para atraer a la mayoría de los zombies.

A penas esos caminantes se alejaron, los dos compañeros corrieron hacia la casa donde se encontraba Marian. Al llegar vieron el peor de los escenarios posibles. La sala estaba llena de sangre y habían huellas con esta manchando el suelo. En el centro de la sala había un cuerpo, era el de Marian, o eso suponían por la ropa y la mochila ya que su cuerpo estaba despedazado, le faltaba la piel y un brazo que después notaron que estaba en la otra esquina de la sala. Su estomago no estaba rajado como el del gobernador y Joan, si no que su cuerpo estaba casi devorado por completo. La primera reacción de Valentín fue vomitar y la de Alexa fue tomar la mochila e irse.

- ¿Estás bien? - preguntó Valentín al salir y comenzando a seguir su paso apresurado devuelta hacia sus compañeros

-Nunca le dije esto a nadie pero en España yo era la clase de chica que lloraba con las películas. Le tenía miedo a la oscuridad y me enamoraba de los personajes de películas. No soy tan callada como parezco ni tan fuerte como aparento- las lágrimas querían salir, pero ella no permitiría que la viera más vulnerable. 

-Sin embargo, ya no hay películas para que llores, la oscuridad es constante y la superas. Además, poco a poco vuelves a hablar.- contestó con una sonrisa.

Después de decir eso sintió la necesidad de abrazarlo.

-Ya nadie es lo que era- susurró Alexa continuando con su camino.

Llevaban ya 4 días y medio caminando, decidieron no frenar en los pueblos, dormir en la intemperie y solo tenían descansos de 10 minutos en el desayuno, almuerzo y media tarde. Dormían 6 horas, no importaba que estuviese oscuro comenzaban a caminar. Sin embargo, por más que tuviesen la comida y el agua de Marian, pronto se quedarían sin estos recursos. Pero, aun así, normalmente en las tardes había discusiones, algunas peores que otras.

-Esto es culpa tuya y de tu maldito plan. Si no fuera por ti Marian seguiría con nosotros- le dijo Lucía a Alexa.

- ¿Mi culpa? Yo no dejé mi puesto para irme a besar al primer imbécil que me miró lindo.

- ¿Cuál es tu problema con nosotros? - preguntó enojada Camile.

- ¿En serio lo preguntas? Dejas que tus estúpidos sentimientos nublen tu vista constantemente. Estas en Apocalipsis, no es una novela o una película.

- ¿Crees que no lo sabemos? - preguntó despacio Iñaki.

-Parece que no. Vos lo único que decís es "Camile esto, Camile aquello" mientras tanto, los nuestros mueren- aseguró Alexa

-Por lo menos nosotros tenemos sentimientos- contestó Camile.

-También los tengo. Pero no por eso voy a dejar mi puesto en un combate y dejar que mi compañera muera. Si todos cumplimos nuestro rol, nadie cae.

Siguieron caminando tratando de no volver a hablar ya que podrían atraer zombies. Poco a poco se iban acercando al bunker de Neuquén y cada vez habían mas casas alrededor. Pero a este grupo de jóvenes no les podía salir todo bien, ya habían tenido suficiente suerte los últimos días.

-Puta madre- murmuró Camile.

- ¿Qué pasa?- le preguntó Iñaki.

-Me olvidé que soy mujer cuando hice esta mochila- él no entendió.

Camile caminó hacia Lucía y le pidió algo, luego se alejó diciendo que debía ir al baño. Apartada de todos se colocó la toallita femenina que le había dado Lucía. Sin embargo, cuando volvía un zombie la atacó. Pero este era diferente a los que había visto antes aunque  no sabía por qué.

Ella se lo sacó de encima y corrió hacia sus compañeros ya que no había llevado su mochila. Al ver que no lograría escapar sacó de su cinturón un cuchillo y se lo largó a donde debería haber estado el ojo. Este cayó al suelo y con lo que Camile supuso que serían sus últimas fuerzas dio un gran grito. Ella tomó el cuchillo de su rostro y corrió hasta llegar a su grupo.

- ¿Qué pasó? Escuchamos el grito de un zombi- dijo Iñaki al verla

-Lo sé. Fui atacada - contestó tomando su pistola.

-¿Cómo? ¿Hiciste algún ruido?- Preguntó Lucía.

-No. Yo solo estaba poniéndome la toallita cuando apareció.

-Espera. ¿Acabas de decir toallita? ¿Llegó tu periodo? - la interrogó Alexa.

-Si- contestó obviando su pregunta. Luego entendió. -Puta madre- volvió a decir dirigiéndose hacia el zombi que había matado.

- ¿Desde cuándo tienen nariz? - preguntó Valentín .

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